Pasé mi verano en Colorado jugando polocrosse, que es muy similar al polo y al lacrosse, pero a caballo. Durante nuestro primer juego en un torneo de tres días, me golpearon por el lado izquierdo y caí del caballo, golpeándome la cabeza contra el suelo.
Sentí como si me hubiera atropellado un tren. Mi visión se volvió borrosa y pixelada, y podía sentir que estaba perdiendo el conocimiento.
Puede que este no parezca un momento en el que tenía la opción de elegir cómo sentirme o cómo mi cuerpo estaba respondiendo a la caída. Pero asisto a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana donde aprendí que en cualquier situación siempre tengo una opción. Puedo elegir entre lo que sé que es verdad acerca de Dios y lo que parece ser verdad según los cinco sentidos físicos. Partiendo de la base de que Dios es bueno, está presente en todas partes y es todopoderoso, puedo rechazar cualquier pensamiento que diga que otra cosa excepto el bien está sucediendo.
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