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Encontremos un santuario cuando los edificios están cerrados

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 18 de mayo de 2020


Al igual que tantas iglesias, sinagogas, templos y mezquitas, mi Iglesia de Cristo, Científico, local ha suspendido las actividades en persona para cumplir con la orden de nuestro gobernador de quedarnos en casa. Cuando nuestra congregación se preparaba para renunciar temporalmente a nuestras dos reuniones semanales, mi pensamiento se volvió a las solitarias experiencias de algunos de los personajes de la Biblia: el confinamiento de Daniel en el foso de los leones y los 40 días que estuvo Jesús en el desierto, para nombrar tan solo dos. 

Pienso que fueron como la experiencia de “estar en un santuario” porque esas personas no permanecieron ociosas ni frustradas debido a esas circunstancias tan difíciles, sino que estaban adquiriendo una comprensión más sólida de la fortaleza y la sabiduría del único Dios. Emergieron ilesos, totalmente preparados para las tareas que tenían por delante. 

La fundadora del Monitor, Mary Baker Eddy, describe una solitaria pero enriquecedora experiencia que tuvo de estar en un santuario y que duró tres años. Después de descubrir la Ciencia Cristiana, ella relata: “escudriñé las Escrituras y leí pocas otras cosas, me mantuve alejada de la sociedad y dediqué tiempo y energías al descubrimiento de una regla positiva. La búsqueda fue dulce, calma, y animada con la esperanza, no egoísta ni deprimente” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 109). Y ella estudiaba, escribía y se comunicaba con Dios, aunque debió mudarse en varias ocasiones, ¡quedándose con amigos y conocidos, o en pensiones!

De manera que su santuario era una consciencia espiritual, un lugar de paz, reflexión y seguridad que no podía ser derribado, en el cual Jesús nos instó a entrar cuando describió la necesidad de estar en nuestro aposento cuando oramos a Dios. Ciencia y Salud explica: “El aposento simboliza el santuario del Espíritu, cuya puerta se cierra al sentido pecaminoso mas deja entrar la Verdad, la Vida y el Amor” (pág. 15).

Esta disposición de orar e ir más allá de los sentidos físicos y discernir el hecho espiritual de la omnipresencia de Dios acalla la agitación del pensamiento inquieto. Nos ayuda a sentir y experimentar seguridad en Dios, dondequiera que nos encontremos.

El rey David expresó poéticamente su deseo de sentirse seguro en cualquier lugar que estuviera. Refiriéndose a uno de sus salmos (véase Salmo 91:1), la Sra. Eddy escribió: “El ‘abrigo del Altísimo’, del cual cantó David, es incuestionablemente el estado espiritual del hombre a la propia imagen y semejanza de Dios, o sea, el íntimo santuario de la Ciencia divina, …” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 244).

Ya sea que esté accesible en persona o por internet, la Iglesia de la Ciencia Cristiana ofrece varios recursos para aprender más acerca de la verdadera naturaleza de todos como el linaje espiritual, pacífico y seguro de Dios; y estos recursos abren la puerta a la curación. Si bien los servicios religiosos son un medio para encontrar inspiración dos veces a la semana –una bebida fresca que renueva y eleva la vida– podemos participar en ellos, cualquiera sea la forma física que los mismos asuman. 

Por ejemplo, cuando yo estaba en el jardín de infantes y luego en la escuela primaria, mi papá trabajaba para una compañía grande que lo transfería con frecuencia a fin de abrir nuestros territorios para sus productos. Muchos de los lugares eran pequeños y remotos, con pocas casas para alquilar por un tiempo limitado, y lo que estaba disponible, por lo general, era modesto, para no decir algo peor.

 Sin embargo, mis padres, devotos Científicos Cristianos, transformaban cada mudanza en una aventura maravillosa para nuestra familia, y cada casa muy pronto se convertía en un hogar. Si no había una iglesia en los alrededores, los domingos y miércoles nuestra sala de estar se convertía en una iglesia de la Ciencia Cristiana. Primero venía la Escuela Dominical, luego un servicio religioso, completo con himnos a cappella y cabezas inclinadas para orar. Los vecinos a veces aceptaban la invitación de acompañarnos, y el alegre sentido de tener una iglesia en el hogar que poseían mis padres, hizo que se formaran tres Sociedades de la Ciencia Cristiana en ciudades muy pequeñas.

Para mí, todo esto demuestra que el aislamiento nunca puede privarnos de la satisfacción de participar en la iglesia y su efecto reconfortante y sanador. Dondequiera que nos encontremos, cualquiera sea nuestra experiencia, podemos dejar que la inspiración de la Biblia y los escritos de Eddy iluminen nuestra consciencia, nos guíen en nuestras carreras, impulsen la armonía en nuestros hogares. Incluso en las actuales circunstancias “en el desierto”, podemos tener una experiencia fructífera: centrarnos en el estudio de la Palabra de Dios, tener una comunión más profunda con el Divino, explorar la abundancia de recursos que ofrecen los sitios web christianscience.com y JSH-Online.com, incluso aprovechar la oportunidad de compartir nuestra inspiración con los demás por medio de testimonios y artículos.

Y cuando se dejen sin efecto las órdenes de permanecer en casa y se reanuden las reuniones en público, lo que hemos aprendido de nuestra adoración en casa, puede fortalecer nuestro trabajo en la iglesia cuando sigamos adelante.

El fundamento del hogar, el santuario, la iglesia, es uno y el mismo: Dios, quien es el Espíritu y el Amor divinos. Como dijo Jesús una vez: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él (Juan 14:23).

¿Qué más podemos verdaderamente desear que la paz y la alegría que vienen cuando buscamos el hogar y el templo –y hallamos un santuario– en el Dios Todopoderoso y en Su Cristo, la Verdad?

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