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Inherentemente limpios

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 19 de noviembre de 2020


Hoy en día se le pide a la gente que preste particular atención a la limpieza. Me gusta pensar que esto es pertinente no sólo para desinfectarnos a nosotros mismos y a nuestro medio ambiente, sino también para abordar la “contaminación” de naturaleza mental, tal como el sentimiento de miedo.

El temor no es el camino hacia el progreso y la curación. La Dra. Lissa Rankin escribe en su sitio web: “Ten en cuenta que el trabajo de los medios de comunicación es mantenerte informado sobre los sucesos globales, pero también es su trabajo captar tu atención y vender espacio publicitario. El pánico vende”.

Es posible que el pánico venda, pero eso no significa que necesitemos comprarlo. La Ciencia Cristiana revela que superar verdaderamente el temor no proviene de ser personalmente valiente, sino de comprender la naturaleza de Dios, a quien la Biblia llama Espíritu y Amor. A medida que aprendemos más acerca de nuestra tierna relación con este Dios que es totalmente bueno y todo amor, nos volvemos más estables, mentalmente limpios del temor.

Dios nos ve a todos de una sola manera: como Su creación intachable, pura y espiritual. La Biblia dice de Dios: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver la maldad” (Habacuc 1:13, KJV). La ira, el resentimiento, el temor y la obstinación no nos hacen sentir tan puros, pero esas cosas no forman parte de Dios, el bien o Su creación, de manera que nunca son parte inherente de nosotros. A medida que comprendemos que estos estados mentales no constituyen nuestra identidad creada por Dios, nuestro pensamiento se purifica cada vez más de ellos.

La identidad espiritual que Dios nos ha dado es algo más que un concepto filosófico. En realidad, es tangible y conocible. En una ocasión, Jesús se encontró con un hombre que tenía una enfermedad contagiosa de la piel, quien le dijo: “Si quieres, puedes limpiarme”. Confiando en el hecho de que, contrariamente a las apariencias, este hombre era del linaje puro de Dios, el Espíritu divino, es obvio que Jesús no tuvo miedo. De hecho, respondió: “Quiero; sé limpio”. En ese instante, el hombre fue sanado (véase Lucas 5:12–15).

Por medio de la oración, ¿no podemos esperar también que se nos limpie del temor o la enfermedad? Sí. Esto sucede cuando recurrimos a nuestro divino Pastor, el Amor divino, y aprendemos algo más acerca de la infinita bondad y cuidado de Dios por nosotros. Dios está aquí, no esporádica, sino eternamente.

Comprendí esto claramente cuando, sin querer, tragué un agente químico muy agresivo. Rápidamente, mi garganta se hinchó, pero con la misma rapidez me volví a Dios en oración. Fue tentador, y aterrador, creer que este accidente me había contaminado.

En cambio, comencé a considerar la pureza de Dios. Reconocí en ese mismo momento cuánto amo que seamos, de hecho, la expresión misma de la naturaleza de Dios.

El pensamiento basado en la oración que Dios ha limpiado es una defensa perfecta. Aceptar el hecho sencillo pero profundo e inspirado de mi pureza espiritual me sanó en unos momentos. No solo desaparecieron por completo la incomodidad y la hinchazón, sino que me sentí felizmente limpio de temor y muy renovado.

Llegamos a liberarnos totalmente del miedo no diciéndonos a nosotros mismos que no debemos tener temor, sino al dejar que la idea espiritual de la Verdad divina, o el Cristo, purifique nuestros pensamientos, lavándolos de la noción de que el Espíritu o el linaje inmortal del Espíritu puedan ser amenazados. En la medida en que esto ocurre, manifestamos la verdad de la naturaleza de Dios. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, descubridora de la Ciencia Cristiana, afirma: “En proporción a su pureza es perfecto el hombre; y la perfección es el orden del ser celestial que demuestra la Vida en el Cristo, el ideal espiritual de la Vida” (pág. 337).

Qué declaración más alentadora para comprender que nuestra pureza corresponde a la naturaleza de la Vida divina, Dios. Dios es cien por ciento puro y perfecto, de modo que, como expresiones de Dios, somos cien por ciento espirituales y totalmente puros. Momento a momento, pensamiento tras pensamiento, podemos abrir nuestros corazones a esta verdad de nuestra naturaleza. Podemos mantener la frescura espiritual al dejar que la bondad y la pureza espirituales de Dios se destaquen. Este es un estado limpio del pensamiento que tiene de respaldo el poder, no solo del pensamiento humano, sino de Dios, la Verdad divina.

Y este es el llamado de hoy. Mediante la oración sincera, con la ayuda amorosa de Dios, podemos enfrentar y superar las impurezas en nuestro pensamiento y nuestra vida. Con estas palabras de la Biblia podemos orar con alegría: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Salmos 51:10, LBLA).

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