Un día, estaba trabajando en mi escritorio, cuando me llamaron la atención unos golpecitos cerca de donde mi perra estaba profundamente dormida y soñando. Su cola se meneaba y golpeaba el suelo, y sus patas delanteras se movían como si estuviera corriendo y persiguiendo algo. Por lo general, cuando veo esto, solo sonrío y digo: “Debe estar persiguiendo un conejo”.
Pero ese día una experiencia común se convirtió en algo profundamente inspirador para mí, que continúa siendo un recordatorio de que no hay verdadera sustancia o vida en la materia. Al instante, comprendí que el cuerpo de la perra en su sueño era probablemente tan real para ella como su cuerpo lo era para mí mientras la veía dormir. Esto me impulsó a ver aún más claramente lo que había aprendido en la Ciencia Cristiana: que el cuerpo en un sueño dormido no solo es un concepto de una consciencia supuesta, sino que el cuerpo que vemos cuando estamos despiertos también es un concepto de la consciencia supuesta (llamada mente mortal en la Ciencia Cristiana), y ninguno de los dos tiene sustancia real. Tal vez podría ser más difícil percibir que el cuerpo que estaba viendo era un concepto supuesto, pero eso no hace que la declaración sea menos cierta.
Mary Baker Eddy afirma en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras que “Los mortales son tan materiales en las horas en que están despiertos como cuando actúan, caminan, ven, oyen, gozan o sufren en sueños. Nunca podemos tratar la mente mortal y la materia por separado, porque se combinan como una sola cosa” (pág. 397). Además, en Ciencia y Salud se afirma: “El cuerpo material, al que llamas yo, es la mente mortal ...” (pág. 416).
Mientras consideraba el cuerpo de la perra en lo que la Sra. Eddy llamaría un “sueño despierto” (véase Ciencia y Salud, pág. 188), la perra estaba, según mi percepción, experimentándolo en un sueño dormido. Al comprender que ninguna imagen de la mente mortal tenía más sustancia real que la otra, vi claramente que la vida nunca está en ningún cuerpo material, sino que es la expresión presente de la consciencia espiritual aquí y ahora. De mi estudio de la Ciencia Cristiana había sabido hasta cierto punto que la verdadera sustancia de la vida es Dios, la Mente divina única, cuyas cualidades se expresan en Sus infinitas ideas espirituales; pero ahora realmente sentí que comprendía más plenamente que la sustancia espiritual es la única sustancia activamente presente aquí y ahora. Las verdaderas ideas espirituales de belleza, movimiento, inteligencia, amor, etc., se experimentan a través del sentido espiritual, de la aguda conciencia de que la vida es espiritual, no a través de una supuesta mente mortal y un cuerpo mortal. Cuanto más se comprende esto, más vemos estas ideas expresadas en la vida diaria.
Esta comprensión más tarde iluminó mi comprensión de cuando Jesús resucitó a Lázaro de lo que se llamó muerte. Jesús debe de haber sabido que la vida, el movimiento y la armonía eran eternos, y no estaban en un cuerpo material, o nunca hubiera podido resucitar a Lázaro de lo que aquellos que lo rodeaban creían que era la muerte. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Jesús restableció a Lázaro mediante la comprensión de que Lázaro nunca había muerto, no mediante la admisión de que su cuerpo había muerto y luego vuelto a vivir. Si Jesús hubiera creído que Lázaro había vivido o muerto en su cuerpo, el Maestro hubiera estado en el mismo plano de creencia que aquellos que enterraron el cuerpo, y no hubiera podido resucitarlo” (pág. 75).
Después de que Lázaro estuviera cuatro días en la tumba, Jesús, con una clara comprensión de que la vida es espiritual, en y de Dios, no en la materia ni en ninguna supuesta consciencia, pronunció con autoridad estas palabras: “¡Lázaro, ven fuera!” (Juan 11:43). Lázaro debe de haber escuchado esa voz de la Verdad a través del sentido espiritual, porque se levantó sin ninguna ayuda física, demostrando que la vida es completa y no es tocada por ninguna pretensión o creencia de muerte.
Despertar de un sentido mortal de vida en la materia a estar consciente de que Dios es la verdadera Vida y sustancia —y de que nuestra naturaleza es completamente espiritual ahora— ha sido una prolongada experiencia de oración para mí, llena de muchos momentos grandes y pequeños de “¡Ven fuera!”.
Desde niña, he tenido la profunda sensación, o conciencia espiritual, de que nuestra vida real y eterna es, y tiene que ser, en última instancia, espiritual. Tal vez muchos de nosotros sabemos o sentimos esto en cierta medida, pero, en retrospectiva, me doy cuenta de que uno de mis principales obstáculos fue creer que en última instancia era espiritual, pero no actualmente completa y espiritual ahora.
Esta creencia había traído consigo un sentido mortal de resentimiento y limitación de que de alguna manera estaba atrapada viviendo en una vida material temporal y restrictiva hasta que de alguna manera alcanzara por completo esa vida espiritual tan anhelada. Mientras creyera en dos reinos opuestos y simultáneos de la existencia con sustancias opuestas —una temporal y otra futura— parecía estar atrapada en el pensamiento por una perspectiva imposible de dualidad y materialidad, deseando y trabajando por algo que aún no se podía alcanzar.
Este discernimiento de la experiencia con la perra fue un gran avance para mí al comprender profundamente que la materia jamás es un contenedor para la vida, ni siquiera temporalmente, y que la materia nunca puede trabajar por o transformarse en el Espíritu o ser espiritual, ni ahora ni en ningún momento en el futuro. El ser espiritual es todo, y está intacto aquí y ahora.
Comprender que no logramos liberarnos de la materia o la mortalidad al intentar cambiar, corregir, manipular, aceptar o resentir la materia, y conocer la realidad y sustancia absolutas de la Vida como Espíritu ahora, me ha llevado a alcanzar un sentido más grande y más firme del dominio verdadero al ceder a las ideas de la Mente divina omnipresente. Abrazar la única Vida y sustancia verdaderas que es totalmente espiritual y presente aquí y ahora, y la continua confirmación de lo que percibí aquel día, me han dado una mayor convicción para rechazar con eficacia y exitosamente las sugestiones erróneas y limitantes de los desafíos materiales para mí misma y para los demás, así como para mi amada perra.
Cada llamado a “ven fuera”, a despertar de los pensamientos o creencias en que hay sustancia en la materialidad, es una bendición. La Sra. Eddy, refiriéndose a la visión de San Juan del cielo nuevo y la tierra nueva, afirma en Ciencia y Salud que “... podemos tornarnos conscientes, aquí y ahora, de una cesación de la muerte, del pesar y del dolor” (pág. 573). Pablo hace esta declaración: “Es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos” (Romanos 13:11). “[Salgamos] fuera” con alegría hoy, reclamando lo que sabemos de Dios como la Vida que reflejamos, espiritual y eterna ahora. Esto es ejercer nuestro dominio sobre la materia, viendo que toda la sustancia verdadera está en el Espíritu, y que las ideas del Espíritu están siempre verdaderamente despiertas y activas ahora en el Alma.
Como comienza un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana: “Oh soñador, despierta de tus sueños” (Rosa M. Turner, N° 412).