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Para jóvenes

El cuidado de Dios en la montaña

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 6 de septiembre de 2021


En la jerga del montañismo del oeste de los Estados Unidos, el término “fourteener” se aplica a un pico de montaña de al menos 4600 metros de altura. Mi padre y yo queríamos ir de excursión a uno de ellos en Colorado, y yo estaba deseando hacerlo.

Desafortunadamente, no nos habíamos aclimatado completamente a la altura, y cuando nos acercábamos a la cima de la montaña, ya estaba agotada y no me sentía bien. Fue todo un desafío seguir adelante.  

Mi papá me apoyaba mucho, y me seguía animando a dar un paso más. Yo realmente quería llegar hasta el final, pero sabía que no podría hacerlo mediante mi propia fuerza. Así que, para ayudar a cambiar mi perspectiva, comencé a pensar en un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana. El mismo comienza:

Andando voy con el Amor 
y es día santo el día de hoy; 
ya nada puedo yo temer, 
pues cerca siento a mi Señor; 
de puro gozo lleno estoy. 
¡Con el Amor andando voy!

(Minny M. H. Ayers, N° 139, adapt. © CSBD)

La idea de andar “con el Amor” realmente me llegó. Estaba pensando en Dios, el Amor; cómo el Amor me protege y cuán segura estoy al cuidado del Amor. Sabía que dondequiera que estuviera, incluso al subir por esa montaña, el Amor estaba conmigo y me sostenía.

También pensé en una idea que me encanta de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy: “Para aquellos que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones” (pág. vii). Estaba segura de que, al apoyarme en Dios, sería bendecida.

El otro problema era que nos estábamos quedando sin provisiones, como bocadillos y agua que nos mantuvieran para seguir adelante. Pero no tenía miedo. Seguí confiando en Dios, sabiendo que Él nos proveería de lo que necesitáramos. ¡Y así lo hizo!  

 Había muchos buenos samaritanos escalando la montaña con nosotros. Cuando pasábamos a otros excursionistas, mi padre preguntaba si alguien tenía agua o comida de sobra. E incluso con recursos limitados, muchos, sin embargo, encontraron provisiones para compartir con nosotros. Nos dieron barras de granola, agua; muchas cosas diferentes para ayudarnos el resto de nuestra travesía.  

Incluso hubo un excursionista que volvía de la montaña y me preguntó: “¿Eres tú la chica de pelo rizado de la que hablaba la gente de allá?”. (Habíamos pasado a un grupo de excursionistas que tenían tan pocas provisiones que no pudieron compartir nada con nosotros.) Luego agregó: “Porque encontraron esta barra de granola y me dijeron que te la diera”.  

Eso significó mucho para mí porque me recordó otra línea del Himno 139: “Da de la rica abundancia de tu corazón” (según la versión en inglés). ¡Esos excursionistas definitivamente habían hecho eso por mí!  

Fue una experiencia increíble, y con cada cosa que la gente nos ofreció, pude sentir el amor y la protección de Dios. Sabía que todo ese bien venía de Dios porque Él es del todo bueno. Y puesto que Dios creó a todos y todo, cualquier bien que expresemos debe tener su fuente en Él.  

Llegamos con éxito a la cima de la montaña y anduvimos todo el camino de regreso hasta el pie, donde mi tío y mi hermano nos estaban esperando. Me fui a casa y dormí mucho tiempo, y cuando me desperté al día siguiente, no estaba dolorida en absoluto. Me sentí muy agradecida por cada cosa buena que había sucedido; toda la caminata había sido un gran ejemplo de que Dios me cuida y protege. Y aunque la subida había sido dura, no podía pensar en la experiencia como si fuera un mal día; sólo podía pensar en ella como una manera grandiosa de descubrir más acerca del amor de Dios por mí.  

Ya le he dicho a mi papá que quiero subir otro “fourteener”, especialmente ahora que entiendo cómo prepararme un poco mejor. Y la próxima vez que suba, quiero asegurarme de que también soy una buena samaritana, ayudando a los demás en su travesía y mostrándoles el amor de Dios, tal como todos esos otros excursionistas lo hicieron por mi papá y por mí.  

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