Me gustaría expresar mi gratitud por una profunda curación que tuve hace muchos años en la víspera de Navidad.
Si la Navidad fuera simplemente estar con amigos para intercambiar regalos, podría ser una alegría efímera para algunos y un vacío para aquellos que están solos. Para muchos, la Navidad es una celebración del nacimiento del niño Jesús que trae un mensaje de esperanza y paz para toda la humanidad. Pero aquellos que están sufriendo en esta época del año pueden sentir como si todavía estuvieran esperando … esperando esa paz prometida, así como liberarse del sufrimiento, la soledad o el pecado.
Así me sentía yo esa Nochebuena en particular. Aunque había experimentado muchas curaciones de problemas físicos a través de la oración, esta vez la condición parecía seguir empeorando. Había estado sufriendo con lo que parecían ser síntomas de neumonía, y estaba empezando a sentirme desesperada, como si no fuera a durar hasta la mañana de Navidad. Me sentí muy aislada de la alegría y la expectativa de bien que trae la Navidad.
Pero entonces comencé a pensar en el verdadero significado de la Navidad. No se trata solo de luces de colores, comida festiva y regalos materiales. Se trata del precioso regalo de Dios de Su Hijo, Cristo Jesús, quien fue enviado para mostrarnos —no en un futuro lejano, sino en este momento— el amor infalible de Dios por nosotros y nuestra relación inquebrantable con el Amor divino. A través del nacimiento virginal se demostró que Dios, el Amor, es el verdadero Padre-Madre de cada uno de nosotros.
Todo lo que Dios, el Espíritu, crea es muy bueno eternamente. Esto incluye la herencia divina de la salud perfecta, que cada uno de nosotros tiene como hijo de Dios. Esto nunca se puede perder ni quitar. Así que ninguno de nosotros está atrapado o limitado o maldecido por la herencia o el defecto genético, por la enfermedad, el contagio o el abuso.
Jesús fue concebido por María por medio del Espíritu Santo, y ella lo reconoció como una idea espiritual ya completa y santa de Dios. Los pastores, los reyes magos, Simeón y Ana fueron bendecidos por este mensaje angelical cuando apareció el bebé, porque reconocieron que su nacimiento era un regalo de Dios. ¡Comprendí que el Espíritu Santo estaba revelando esta misma verdad a cada uno de nosotros como el reflejo puro y perfecto de Dios, ahora mismo!
Cuando comencé a regocijarme con todas las bendiciones que ya había recibido de las enseñanzas de Cristo Jesús y del reconocimiento que hizo Mary Baker Eddy del mensaje del Cristo de nuestra perfección presente, comencé a sentir que desaparecía y se disolvía el peso que había sentido en el pecho. En cuestión de minutos, me sentí libre del temor, la fiebre y el sufrimiento. Me vestí, bajé las escaleras para unirme a mi familia y pronto me di cuenta de que la enfermedad había desaparecido por completo.
Este don del Cristo, la Verdad, demostrado en el nacimiento virginal de Jesús y su espiritualidad inherente, incluso cuando era un niño, nos está mostrando a cada uno de nosotros que la salud, la abundancia, la bondad, la pureza y la alegría son naturales para todos nosotros ahora mismo y nunca se pueden perder. Me dan ganas de gritar: “¡Aleluya!”; ¡Alabado sea Dios!
Christine Jenks Driessen
Hyde Park, Nueva York, EE.UU.
