Mi padre era gerente de una cadena de grandes almacenes. A medida que las tiendas se fueron estableciendo por todo Estados Unidos, él y mi madre vivían en una ciudad desde unos meses hasta un año para que mi padre pudiera completar la inauguración antes de mudarse a otra sucursal.
A lo largo de esta travesía, terminaron en Freeport, Long Island, Nueva York. Yo había nacido siete años antes, y mi madre estaba embarazada de nuevo. Cuando nos mudamos a nuestro nuevo hogar no sabíamos que nuestros caseros eran Científicos Cristianos, y que ahora vivíamos al lado de Primera Iglesia de Cristo Científico, Freeport.
Mientras nuestra casera hablaba con mi mamá, mi madre le confió que había tenido muchos abortos espontáneos y sentía que iba a experimentar lo mismo con el bebé que esperaba actualmente. Nuestra casera le dio ejemplares del Sentinel y The Christian Science Journal para leer. Recuerdo las largas charlas que ambas tenían. Cuando me invitaron a ir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana de al lado, sentí que había encontrado un nuevo hogar. Una curiosa niña de siete años había hallado un lugar donde podía hacer preguntas a su maestro de la Escuela Dominical y recibir respuestas basadas en dos libros de los que empecé a aprender: la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy.
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