El descubrimiento de la Ciencia Cristiana por Mary Baker Eddy ocupa un período definible en el calendario de la historia. Lo mismo ocurre con su fundación de la Ciencia Cristiana, y con sus obras: Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras y el Manual de La Iglesia Madre. Sin señalar necesariamente las fechas exactas, cada una de estas tres actividades comenzó y ahora ha terminado. Cada una continúa dando nuevos frutos en el pensamiento y acción humanos a medida que obtenemos nuevos discernimientos acerca de ellas a niveles cada vez más profundos; pero el descubrimiento y la fundación de la Ciencia Cristiana ya están completos, y no se pueden hacer cambios en el texto de la Sra. Eddy en Ciencia y Salud o en el Manual de la Iglesia.
Con el liderazgo del movimiento de la Ciencia Cristiana de la Sra. Eddy es diferente. Este liderazgo no tiene un final cronológico. Es constante y así permanecerá. El 3 de junio de 1891, el año antes de que la Sra. Eddy reorganizara su iglesia como La Primera Iglesia de Cristo, Científico, se leyó una carta suya en una reunión de sus estudiantes en Boston. En ella se aseguraba a los presentes: “Todavía estoy con vosotros en el campo de batalla, marchando hacia adelante, con miras más amplias y elevadas, y con la esperanza de que me seguiréis” (Escritos Misceláneos, pág. 136). Unos dos años antes, la Sra. Eddy se había mudado de Boston a Concord, New Hampshire, y residiría en Concord durante casi veinte años; pero aquí notificaba sus intenciones. No había abandonado el campo de sus labores ni renunciado a su liderazgo.
El domingo 4 de diciembre de 1910, en el servicio matutino de La Iglesia Madre, la congregación escuchó un anuncio, que se leyó desde el púlpito justo antes de la bendición final. Este anuncio habló del fallecimiento de la Sra. Eddy la noche anterior, y sus palabras citadas anteriormente estaban incluidas en él. A partir de ese momento, la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana, que la Sra. Eddy había establecido, y los otros dignatarios de La Iglesia Madre asumirían un nuevo grado de responsabilidad en el cumplimiento de los deberes que la Sra. Eddy les había asignado en el Manual de la Iglesia. Pero como Guía (Líder) del movimiento de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy permanecía y permanecería donde siempre había estado: a la cabeza de sus seguidores.
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