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No más convulsiones

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 12 de julio de 2021


Me gustaría expresar mi gratitud por una curación que tuvo nuestra hija hace muchos años, cuando tenía unos tres meses de edad. Un día, tuvo lo que parecía ser una convulsión, aunque fue tan breve que pensé que podía haberme equivocado. Sin embargo, poco después volvió a suceder y duró más. De inmediato recurrí a Dios, pues estaba muy asustada.  

Tomé en brazos a la bebé y afirmé el amor de Dios por ella. Mi temor disminuyó cuando recordé las curaciones que nuestra familia de seis hijos había tenido. Cuando mi esposo vino a almorzar, le pedí que fuera a un teléfono público y llamara a un practicista de la Ciencia Cristiana para pedirle tratamiento en la Ciencia Cristiana. (Acabábamos de mudarnos y aún no teníamos un teléfono en nuestra casa.) El practicista habló del amor y cuidado omnipresentes de Dios. Dijo que oraría por nosotros, y luego nos animó a asegurarnos de que amábamos a todos. Mi esposo luego llamó a mi mamá, quien vino a ayudarnos.  

Cuando mamá escuchó lo que el practicista había dicho, comentó: “Bueno, sabemos lo que tenemos que hacer, ¿no es así? Tenemos que amar a papá”. Hacía un tiempo, había habido un terrible desacuerdo entre mi esposo y mi padre, con mucho resentimiento en ambos lados. Aunque el practicista no tenía forma de saber esto, evidentemente había percibido que era necesario un sentido más expansivo acerca del amor.

En busca de inspiración, cada uno de nosotros recurrió a la Biblia y a Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. El Padre Nuestro y “la declaración científica del ser” (Ciencia y Salud, pág. 468) fueron de particular ayuda para mí. Este último comienza: “No hay vida, verdad, inteligencia, ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, pues Dios es Todo-en-todo”.

Durante los días siguientes hubo varias convulsiones más, de mayor intensidad y duración. Pero a medida que orábamos y comenzábamos a sentir el Amor divino perfecto que todo lo abarca y que echa fuera el temor (véase 1 Juan 4:18), las convulsiones empezaron a disminuir. La última ocurrió una semana después de que aparecieran, y jamás volvieron a manifestarse. Además, mi esposo y mi papá se hicieron amigos. Esta hija es ahora practicista de la Ciencia Cristiana.  

Muchos años después, mi nieta y su hijo de cinco años vinieron a quedarse con los padres de ella, con quienes yo vivía en ese momento. Un día, el niño no se sentía bien, y su mamá lo llevó a mi habitación. Tenía fiebre y no quería comer; sólo deseaba dormir. Yo sabía que su mamá estaba orando por él. Me di cuenta de que presentaba los mismos síntomas que mi hija había tenido hacía muchos años: una convulsión que lo inmovilizaba.  

Me volví a Dios y le dije en voz alta a este pequeño: “Dios es tu vida”, sabiendo que nunca podía separarse de su divino Padre-Madre, el Amor. La convulsión cesó después de un par de minutos. Entonces llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana, quien nos aseguró que oraría con nosotros. Después de dormir un rato, el niño se despertó sin fiebre y bien.  

Esa noche volvió a afiebrarse, pero después de llamar nuevamente a la practicista para que nos ayudara con la oración, se pudo dormir. A la mañana siguiente, se despertó completamente sano y ese fue el fin del problema. Ahora es un niño de trece años muy activo y saludable.  

No puedo expresar suficiente gratitud a Dios, Cristo Jesús y Mary Baker Eddy. El amor abnegado de la Sra. Eddy por Dios y su prójimo le permitió comprender la Ciencia del Cristo que sustentaba las curaciones y enseñanzas de Jesús, demostrarla sanándose a sí misma y a muchos otros, y compartirla con la humanidad.

Beverly Joan Bibler Rush
Wylie, Texas, EE.UU.

Soy la nieta mencionada en el testimonio anterior. Recuerdo que abrazaba a mi hijo y estaba muy preocupada. Sin embargo, cuando mi abuela dijo: “Dios es tu vida” con gran convicción, inmediatamente me sentí tranquila y pude escuchar los mensajes amorosos y sanadores de Dios. Esta fue una curación muy rápida y decisiva.

Amy Kelley
Wylie, Texas, EE.UU.

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