El confinamiento debido a la pandemia cambió mi vida por completo al cambiar mi enfoque sobre las actividades diarias. Cada día parecía una rutina monótona, y empecé a sentirme cansada y aburrida. Nunca pensé que asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana a través de la teleconferencia sería lo único que me sacaría adelante y ayudaría a redimir mi perspectiva.
Por supuesto, ir a la Escuela Dominical durante el confinamiento fue diferente. Todos los sábados, a los estudiantes de mi Escuela Dominical se les enviaba una serie de preguntas basadas en la Lección Bíblica de esa semana que se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Nunca antes habíamos hecho esto, pero pronto me di cuenta de cuán útil era. Estas preguntas me brindaban la oportunidad de analizar la Lección más a fondo y aplicarla a mi vida. Los domingos, las preguntas eran la base de nuestra charla en la clase y nos daban la oportunidad de compartir nuestra inspiración, así como hacer cualquier pregunta que tuviéramos.
Al responder las preguntas cada semana, me di cuenta de que algunas cosas estaban cambiando para mí. Primero, empecé a sentirme más inspirada. Por ejemplo, una semana la Lección Bíblica incluyó la historia de Rut, y se les preguntó a los alumnos: “¿Tiene alguna importancia en tu vida la historia de la Lección de esta semana y su interpretación?”. Esto me hizo pensar en Rut de una manera nueva, y de esta historia, aprendí que siempre podemos confiar en Dios, el Amor divino, para que nos guíe hacia adelante, por más difíciles que sean nuestras circunstancias. Esto fue alentador.
También descubrí que a medida que mi comprensión de la Ciencia Cristiana se profundizaba, aprendía a orar con más eficacia. Por ejemplo, un domingo durante la Escuela Dominical, sentí una sensación de escozor en la pierna. Cuando la miré, vi allí una picadura de avispa y la avispa cerca de la cama. No hice ningún ruido, ya que no quería interrumpir la clase, pero empecé a orar y recordé este pasaje de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Todas las criaturas de Dios, moviéndose en la armonía de la Ciencia, son inofensivas, útiles, indestructibles” (Mary Baker Eddy, pág. 514).
Comprendí de inmediato que ningún animal o insecto podía hacerme daño, porque, en realidad, todos somos creados para estar en armonía unos con otros. Me levanté silenciosamente de la cama, lavé la zona de la picadura, luego recogí la avispa con un papel y la llevé al balcón, desde donde finalmente se alejó volando. Cuando terminó la Escuela Dominical, me miré la pierna, y la marca de la picadura había desaparecido por completo. Había sanado.
Esta curación es solo una de las muchas bendiciones que he recibido al asistir a la Escuela Dominical durante el confinamiento. Encuentro que ahora me siento más agradecida, estoy sacando más provecho de la lección, y tengo una motivación para asistir a nuestra clase cada semana y compartir mis ideas con otros estudiantes. La Escuela Dominical siempre ha significado mucho para mí, pero ahora, más que nunca, quiero animar a todos a asistir. Es un lugar donde puedes encontrar respuestas a tus temores sobre lo que está pasando en todas partes y aprender a orar por ti mismo y por el mundo de una manera que realmente sana.
