La mayoría de nosotros nos beneficiaríamos de tener los ojos abiertos para ver las cosas con mejor luz de lo que podríamos estar viendo.
Tuve una muestra memorable de esto cuando era adolescente y fui de paseo en un tranvía con la mejor amiga de mi madre. Ella continuaba mirando por las ventanas y llamando con entusiasmo mi atención a las cosas buenas que veía hacer a la gente, cosas que yo nunca habría notado.
Gordon Converse, antiguo fotoperiodista del Christian Science Monitor, abrió los ojos de la gente a través de su cámara. Aunque sus fotos a menudo reportaban las cosas terribles que sucedían en el mundo, esas mismas fotos lograban transmitir un sentido de esperanza que movilizaba a la gente a orar y a hacer acciones correctivas.
Una de sus fotografías más buscadas nos da una idea de lo que le permitía ver esperanza en circunstancias terribles. La misma fue tomada en Needham, Massachusetts, donde vivía. Vio el sol brillando a través del bosque en la carretera frente a su casa, y le dijo a su hija pequeña que corriera por el camino hacia la luz. La foto en blanco y negro que tomó la muestra corriendo hacia la luz con su larga sombra cayendo detrás de ella.
He tenido esa foto colgada en mi oficina de casa por más de treinta años. Es un hermoso recordatorio de cuanto más brillante se vuelve el mundo para nosotros cuando nos volvemos con receptividad infantil hacia la luz espiritual de Dios, el Amor divino, donde se encuentran la esperanza y la curación.
El ejemplo de Cristo Jesús demostró de la mejor manera el valor de esta perspectiva de las cosas. Él caminaba con Dios, el Amor, quien le dio la capacidad de ver la realidad de Su bondad dondequiera que estuviera, y de mostrárnosla a nosotros sanando a la gente a través de la omnipotencia del Amor.
La perspectiva que Mary Baker Eddy tenía de las cosas fue moldeada por el ejemplo de Jesús. Descubrió que caminar con el Amor divino, siguiendo el camino que Jesús señaló, puede abrir los ojos de cualquier corazón receptivo para comprender que el bien es la realidad aun en las circunstancias humanas más adversas, y para traer esperanza y curación a través del poder del Amor. Hablando por su propia experiencia de sanar de esta manera y enseñar con éxito a los demás a hacerlo, la Sra. Eddy escribió: “Vivimos en una era en que la divina aventura del Amor es Todo-en-todo” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 158).
El Amor divino es el Padre y Madre amoroso de todos, que nos abraza tiernamente a cada uno de nosotros y dice: “Ven, hijo Mío, camina conmigo”.
Me resulta útil alimentar cada día dentro de mí misma la receptividad como la de un niño a la guía del Amor, y aceptar la invitación del Amor a caminar con el Amor, orando: “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley” (Salmos 119:18, LBLA). Y como tantos otros, he experimentado una protección y curación increíbles a lo largo de las décadas al depender de Dios.
El Dios viviente nos habla a cada uno de nosotros a través de la Biblia y de Ciencia y la Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Estos libros revelan la naturaleza de Dios como Amor omnipresente, universal, imparcial e inmutable, y nuestra verdadera naturaleza y la de todos como la imagen y semejanza espiritual pura y saludable del Amor. Y el Amor divino nos muestra cómo superar los obstáculos al progreso saludable en nuestra experiencia humana a través de la presencia y el poder divinos.
La voluntad de Dios para nosotros es comprender las leyes redentoras y sanadoras de la Verdad y el Amor divinos y vivir de acuerdo con ellas. Esto significa retroceder mentalmente en oración para escuchar la guía del Amor, al principio del día y durante todo el día. Significa poner a Dios delante de la preocupación por uno mismo; dejar de reflexionar sobre lo que debo hacer respecto a esto o aquello. O de estar estancada en lo que parece faltar en mi vida, y pedirle a Dios que por favor mejore mi vida de las maneras específicas que me gustaría. Y así sucesivamente.
La forma más productiva de avanzar es centrarse en Dios en lugar de en uno mismo. Esto significa amar a Dios con todo nuestro corazón, y a todos los demás como reflejo del Amor, como Jesús dijo que debíamos hacer (véase Marcos 12:30, 31). Podemos hacer esto, porque el Amor nos ha creado para hacerlo. Y en realidad es imposible estar fuera de la guía y el abrazo infinitos del Amor. En la realidad eterna no existe nada desemejante a Dios.
Podemos comenzar a caminar con el Amor divino mediante el estudio de la Biblia y Ciencia y Salud, dejando que el Amor abra nuestros ojos y nos despierte a la realidad espiritual. A medida que estudiamos y oramos de esta manera, comenzamos a ver y a amar lo que Dios ve y ama dentro de nosotros mismos y de cualquier otra persona. Vemos la salud, la pureza y la bondad incluso cuando los sentidos materiales presentan escenas poco saludables. En la luz del Amor sentimos esperanza y alegría, las cuales reflejan la luz sanadora del Amor.
De esta manera, el Amor purifica nuestros pensamientos y carácter, nos sana cuando necesitamos curación y nos capacita para traer curación a los demás.
Pero tenemos que seguir caminando con el Amor divino a medida que avanzamos cada día. Necesitamos aceptar la realidad que el Amor nos está revelando —y vivirla— a fin de seguir creciendo en nuestra capacidad de ver y probar el poder redentor y sanador del Amor.
Jesús sabía, por experiencia propia, que enfrentaríamos desafíos en la aventura de la vida. Él sabía que tendríamos que estar alertas para no ser apartados de caminar con el Amor divino como nuestro guía en la vida. Él dijo: “Les digo a ustedes lo que digo a todos: ¡Manténganse despiertos…!” (Marcos 13:37, NTV).
Vigilar implica aceptar como verdadera sólo la realidad que Dios nos está revelando, mantener nuestros pensamientos de acuerdo con esa realidad, y no dejarnos desviar por lo que los sentidos materiales dicen, por el contrario. Esta postura nos permite demostrar que el Amor divino es Todo-en-todo, que lo que es desemejante al Amor divino no tiene absolutamente ninguna realidad o poder.
Esta es exactamente la postura que Jesús adoptó, lo que le permitió llevar a cabo la misión redentora que Dios le dio para la humanidad. Satanás — el sentido mentiroso y material de la vida — tentó a Jesús a confiar en sí mismo, aparte de Dios, para tener éxito. Pero Jesús se negó, diciendo que solo confiaría en Dios. Esencialmente, le dijo a Satanás que se fuera (véase Lucas 4:1–8). Y al caminar constantemente con el Amor divino durante su permanencia en la tierra, Jesús pudo superar cada obstáculo que amenazaba su éxito en el cumplimiento de su misión sanadora.
Nosotros también tenemos la misión de superar todos los obstáculos que el sentido material de la vida ponga en nuestro camino. El único propósito del ministerio de Jesús fue mostrarnos que nosotros también podemos “ponernos del lado de Dios y ganar” como proclama un alentador himno (Maria Louise Baum, Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 296, según versión en inglés).
¿Aceptarás la invitación de Dios para ir en “La aventura divina del Amor”? ¿Caminarás con el Amor? ¿Dejarás que el Amor abra tus ojos a la realidad espiritual? ¿Vigilarás para evitar que el sentido material de la vida te desvíe del curso? ¿Y ejercerás la capacidad que Dios te dio para superar todos los obstáculos y hacer un progreso saludable mediante el poder del Amor divino?
Espero que lo hagas hoy, y todos los días. ¡Es la forma de ganar!