Durante un par de semanas, uno de mis oídos me había estado molestando. Esto me preocupaba porque nado mucho y el dolor no me permitía disfrutar de mis prácticas regulares. Nado desde que era pequeña, y me encanta. Estoy en el equipo de natación de mi bachillerato e incluso nado para el equipo de un club.
Toda mi vida, he confiado en la oración para la curación, con buenos resultados. Así que sentí que debía comunicarme con un practicista de la Ciencia Cristiana para que orara conmigo. Sabía que la única manera de lidiar realmente con el temor y el dolor que sentía era a través de la oración, y también sabía que un practicista sería la persona adecuada para ayudar con eso.
El practicista me pidió que pensara y orara sobre la definición de oídos en el Glosario de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, lo que me ayudaría a obtener una perspectiva más espiritual de mi propia situación. Dice: “OÍDOS. No los órganos de los así llamados sentidos corporales, sino la comprensión espiritual.
“Jesús dijo, refiriéndose a la percepción espiritual: ‘¿Teniendo oídos, no oís?’ (Marcos 8:18)” (pág. 585).
Pensé en lo que significaba la comprensión espiritual y la percepción espiritual. Me di cuenta de que no escuchamos a Dios a través de nuestros oídos físicos. Lo escuchamos con nuestros pensamientos y Lo comprendemos a medida que conocemos a Dios como Espíritu y a nosotros mismos como espirituales. Esta idea me ayudó a escuchar a Dios en lugar de prestar atención a mi oído. Continué pensando en esta idea durante todo el día y escuché atentamente para percibir la verdad que Dios me estaba diciendo. Esto realmente ayudó a calmar los otros pensamientos que tenía en mi cabeza relacionados con el temor y el dolor, y me hizo sentir en paz y cerca de Dios.
Unas noches más tarde, el dolor se hizo tan intenso que no podía dormir. Mi mamá vino a mi habitación y se quedó conmigo toda la noche. Ella oró el Padre Nuestro de la Biblia en voz alta conmigo, y compartió otras verdades sobre el amor de Dios por mí y que este amor es omnipresente y se puede sentir siempre. Escucharla orar en voz alta me ayudó a concentrarme en Dios en lugar del dolor. Finalmente, me quedé dormida.
Por la mañana, antes de bajar a desayunar, noté que el dolor en mi oído había desaparecido. Me sentí muy feliz de ir a la escuela, sintiéndome libre.
Todo esto sucedió cuando comenzaban los exámenes finales en mi escuela y planeaba estar fuera todo el verano como consejera subalterna en un campamento para Científicos Cristianos. Estaba muy agradecida porque sabía que esta curación me ayudaría en otras experiencias cada vez que necesitara sentirme más segura de mis oraciones.
Esta fue una experiencia fundamental para mí porque me ayudó a comprender más acerca de Dios. También me enseñó que puedo confiar en Dios y que escucharlo trae paz y curación.