Cuando ocurren sucesos trágicos y se pierde la vida, ¿hay algún consuelo? He descubierto que la comprensión de Dios como la Vida misma puede ser un consuelo poderoso. Esta no es una esperanza ciega llena de optimismo, sino la convicción espiritual profundamente arraigada de que no importa cuáles parezcan ser las circunstancias, todos los hijos de Dios están sostenidos con seguridad en Su amor que todo lo abarca: que la vida está intacta para siempre y continúa más allá de la limitada visión humana de la vida. Vislumbrar esta verdad desarrolla una fortaleza y una paz que no pueden ser sacudidas y sanan el dolor.
Mi esposo y yo descubrimos que esto es cierto cuando nuestra hija adolescente murió en un accidente automovilístico provocado por alguien aparentemente bajo la influencia del alcohol. El ejemplo de Cristo Jesús fue un consuelo y una fortaleza para nosotros en ese momento. Jesús vino a probar que la vida es eterna, e incluso cuando estaba en la cruz pidió a Dios que perdonara a aquellos que lo crucificaron. Su resurrección y ascensión demostraron que la muerte no era la finalidad que parece ser. Y nos prometió que la paz del Cristo estaría con nosotros para siempre.
El mismo amor de Dios que sostuvo a Jesús todavía está aquí, abrazando a todos. El Salmo 91 asegura: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. ... a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos” (versículos 1, 11). Incluso frente a las situaciones más trágicas, Dios está amorosamente sosteniendo todo en el gran corazón de Su amor. Los tiernos mensajes de Dios, o ángeles, alimentan con inspiración espiritual a los que lloran por haber sufrido una gran pérdida. Aferrarse tenazmente a estos mensajes reconfortantes es fortalecedor.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!