La Biblia presenta imágenes convincentes de las cualidades maternales de Dios; el libro de Isaías Lo registra diciendo: “Como uno a quien consuela su madre, así os consolaré yo; en Jerusalén seréis consolados” (66:13, LBLA). Y Cristo Jesús ciertamente demostró las cualidades maternales del Amor divino al sanar a los que estaban enfermos y consolar a los que lloraban, al alimentar tiernamente a sus discípulos en múltiples ocasiones y al llenarse de profunda compasión por aquellos que estaban sin rumbo o asustados. Jesús reconocía constantemente que el reino de Dios, del Padre-Madre Amor, es la realidad misma y sabía que el Amor eterno constituye todo el ser, dispone todo movimiento y mantiene todo lo bueno.
Este reconocimiento y enfoque de la vida también se obtiene al estudiar los escritos de Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana. Cuando explica que la naturaleza de Dios, el Espíritu, es omnipotente (todopoderosa), omnipresente (está presente siempre y de todas maneras ) y omnisciente (todo lo sabe), está explicando la naturaleza de Dios no solo como Padre, sino también como Madre. En su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, ella explica además que nosotros, como hijos de Dios, las ideas inmortales de la Mente divina, coexistimos con Dios. La Sra. Eddy escribe: “Padre-Madre es el nombre para la Deidad, que indica Su tierna relación con Su creación espiritual” (pág. 332).
Un día, hace años, tuve necesidad de ayuda. Había estado luchando con un dolor de cabeza sordo durante semanas, y como madre, esposa y miembro de la iglesia que también trabajaba a tiempo completo, me sentía estresada y vulnerable. Me volví a Dios, nuestro divino Padre-Madre, para que me instruyera.
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