Cuando los incendios arrasaron su área, los miembros de la iglesia de la Ciencia Cristiana en South Lake Tahoe, California, decidieron comenzar a orar. Ellos compartieron con nosotros algunas de las ideas que les llegaron, y pensamos que nuestros lectores también las apreciarían.
De Cindy Cowen:
¡Estoy muy agradecida por Dios y la Ciencia Cristiana! La siguiente declaración de la Biblia, que Moisés pronunció, fue muy importante para mí mientras el incendio de Caldor en California ardía en dirección a mi casa, y finalmente obligó a que se evacuara toda la costa sur del lago Tahoe: “No temáis; estad firmes y ved la salvación que el Señor hará hoy por vosotros” (Éxodo 14:13, LBLA).
Las predicciones de que habría una catástrofe eran desenfrenadas, y el temor en la ciudad era palpable. Los ingenieros forestales y los expertos en incendios estaban visiblemente conmocionados al ver que el fuego desafiaba implacablemente sus mejores esfuerzos. Y, no obstante: “No temáis”. ¡Qué mandato: dejar de lado las predicciones y la evidencia material presentada y confiar en nuestro Dios del todo bueno! La totalidad, la inmensidad, la universalidad del Amor, el Padre-Madre Dios que cuida de Su creación me consolaron, y mi temor cesó.
Cuando comenzó el incendio, celebramos una reunión de testimonios del miércoles en nuestra filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Miembros y amigos compartieron pensamientos acerca de la omnipresencia, la omnipotencia y el cuidado amoroso de Dios. Fue un servicio sagrado y poderoso. Salimos con nuestra confianza renovada.
Durante los días siguientes, nuestras oraciones continuaron. Al salir de la casa en el momento de la evacuación, mentalmente llené mi hogar de amor, y reconocí agradecida que el hogar está conmigo siempre porque es una idea espiritual. El hogar no se puede perder ni destruir. El hogar es la consciencia del Amor divino, Dios; una omnipresencia constante y segura. Todos tenemos este hogar, el cual no nos puede ser arrebatado; en el reino del Amor nadie puede ser desplazado.
La evidencia del cuidado de Dios estaba en todas partes. Toda la ciudad fue evacuada de manera segura y pacífica. A medida que las llamas de 50 metros de altura rugían desde la cumbre y las cenizas caían sobre el valle, una corriente ascendente “inexplicable” y un viento perpendicular seguían levantando las brasas ardientes por encima y más allá de todas las casas. Los bomberos se sorprendían mientras trabajaban incansablemente con un gran amor por la comunidad.
Los residentes, muy agradecidos, regresaron a una ciudad intacta. Hubo desfiles, letreros que expresaban gratitud, regalos y gran efusión de camaradería y amor: evidencias del cuidado de Dios por todos.
De Lora Mowat:
Desde que comenzó el incendio, oré con diligencia para ver más claramente el poder y la presencia de Dios, el bien. Mi oración continua era tener mis ojos abiertos para ver lo que Dios ya había hecho.
A medida que el fuego trepaba lentamente por la montaña, comenzamos a empacar cosas que considerábamos importantes. Mientras juntaba cajas apresuradamente y experimentaba un intenso sentido de responsabilidad de tener que tomar decisiones correctas, me vino claramente este pensamiento: “Yo soy el Pastor. Tú eres Mi rebaño”.
Inmediatamente me di cuenta de que me guiaba la sabiduría infinita e infalible de la Mente divina, Dios. Yo no estaba a cargo; Dios lo estaba.
Aunque nos evacuaron ya tarde en la noche, cada detalle fue atendido. El Amor divino constantemente proporcionó la inspiración necesaria. Incluso pudimos ayudar a otro miembro de la iglesia que necesitaba transporte.
En el viaje a nuestro lugar seguro, luché por mantener mis pensamientos enfocados en el bien, en la Verdad o Dios, pero me sentía abrumada. Recurrí a Dios para obtener alguna idea, y el Himno 195, del Himnario de la Ciencia Cristiana, me vino a la mente:
Lo que eres Tú, Señor, no lo que soy,
sólo eso puede ser mi descansar;
temor y dudas vencerá Tu amor,
y a mi inquieto pecho calmará.
(Horatius Bonar)
Me di cuenta de que lo importante no es lo que yo sé acerca de Dios, ¡sino lo que Dios sabe acerca de mí, y de todos nosotros!
Durante los días que pasamos en un lugar seguro, continuamos orando para reconocer que Dios es el único poder. Las noticias hablaban sobre la capacidad del fuego para crear su propio viento e impulsar su propio crecimiento. Me aferré a esta descripción de Dios basada en la Biblia: “… Espíritu, quien mantiene ‘los vientos en Sus puños’” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 192).
Qué maravilloso es saber que todo lo que Dios me está diciendo a mí, se lo está diciendo a todos, a cada momento, en todas partes. No podemos estar separados de Dios, no importa dónde estemos o qué esté ocurriendo.
De Rex Perschnick:
Percibí muy claramente que el amor protector de Dios cubría toda la creación, incluido el Valle de la Navidad. Simplemente supe que el amor de Dios se haría evidente mediante Su cuidado práctico. Y esto se vio en el hecho de que no solo el valle, sino toda la ciudad de South Lake Tahoe estuvo a salvo. En verdad, un designio divino.
De Joe Beckwith:
Se alienta a los miembros de nuestra filial de la iglesia a decir y considerar la “Oración diaria”, que la Sra. Eddy dio en el Manual de la Iglesia (pág. 41). Nuestro objetivo es hacerlo a las 11 de la mañana cada día. Cuando el incendio de Caldor comenzó su marcha hacia South Lake Tahoe, la última línea de esa oración, “... ¡y que Tu Palabra fecunde los afectos de toda la humanidad y los gobierne!”, adquirió un nuevo significado.
“Y los gobierne”, ¿cómo? Para mí, ese “cómo” quería decir que Dios nos guiaría a tomar buenas y sabias decisiones. Cuando quedó claro que nuestra área podría estar en peligro y que las evacuaciones forzadas eran una posibilidad real, ofrecimos nuestra casa, ubicada en la ladera oriental de las montañas de la Sierra Nevada, como un lugar de refugio para aquellos que necesitaran huir.
En un momento dado, las órdenes de evacuación se extendieron inesperadamente para incluir nuestro segundo hogar, donde viven nuestro hijo y su familia. Su esposa estaba de viaje fuera del estado, y quedaban solo nuestro hijo y cuatro nietos para empacar rápidamente tres vehículos y huir. Como el área ya estaba restringida, no pude ayudar. Guiados por oraciones para tener sabiduría y protección, seguimos los pasos correctos y fuimos gobernados debidamente. Nuestro hijo y nuestros nietos formaron una caravana y consiguieron bajar por el camino de la montaña con todo éxito.
Agradecí al enterarme acerca de todas las personas que lograron salir con seguridad. Durante los primeros días del incendio y durante las evacuaciones, continuamente reclamamos nuestra protección y trabajamos para mantener la calma y abstenernos de pensar en situaciones hipotéticas. Sabíamos que el cuidado perfecto de Dios se aplicaba a todos, y estuvimos agradecidos cuando todos pudieron regresar a sus hogares sanos y salvos. También agradecimos porque, aunque nuestra iglesia estaba en el área de evacuación obligatoria, pudimos llevar a cabo nuestros servicios electrónicamente.
De Dave Alexander:
Me he quedado con la idea de que no hay poder en las llamas y que no controlan el destino de las ideas de Dios. Esta declaración de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras realmente ayudó: “No hay vana furia de la mente mortal —expresada en terremotos, vientos, olas, relámpagos, fuego, ferocidad bestial— y esta así llamada mente es destruida por sí misma” (pág. 293). ¡Profundo y verdadero!
De John Roos:
Busqué la palabra vana (vapid en el original en inglés, mencionada en la colaboración anterior), pensando que significaba excitable o explosiva, y descubrí que significa, en cambio, sin sustancia. Así que la mente mortal está vacía, carece de sustancia. Todo el fuego y el miedo no tenían sustancia, ninguna realidad. Sabía que estábamos a salvo y que Dios cuidaría de nosotros. Y así fue.
De Wanda Perschnick:
Oré para saber que Dios no estaba en ninguno de los elementos destructivos del incendio, que Él no abandonaría a las personas o la vida silvestre, sino que proporcionaría lo necesario. Oré por la seguridad de todos —especialmente de aquellos que luchaban directamente contra el fuego— y del medio ambiente.
Me resultaba muy difícil no estar mesmerizada por lo que veía, especialmente cuando nuestros cielos se volvieron oscuros y espesos debido al humo y las cenizas que caían. Seguí pensando en que todos, incluida yo misma, estábamos rodeados por el Amor divino.
A medida que el fuego se acercaba al Valle de La Navidad, en el lado oeste de South Lake Tahoe, donde vive mi familia, me sentí bastante tranquila, sabiendo que no necesitábamos entrar en pánico mientras empacábamos artículos importantes y valiosos, y que Dios nos guiaría a seguir el camino correcto. Resultó que ni siquiera tuvimos que buscar un sitio de evacuación: nuestro vecino amablemente nos ofreció un lugar. Todas las noches oraba con gratitud por esta provisión, y sabía que Dios continuaría respondiendo a las necesidades de todos.
No puedo negar que a veces me sentía ansiosa, preocupada y temerosa. Era todo lo que podía hacer para mantenerme en los conceptos básicos: el hecho de que Dios, el Amor y la Mente divinos, estaba allí guiándonos y protegiéndonos a todos, y que mi concepto de hogar no podía ser tocado por ninguna llama.
Nos sorprendimos cuando nos enteramos de que el fuego había saltado mayormente hacia el otro lado de la parte residencial del valle, que un fuerte viento había empujado el fuego a través del valle de oeste a este, soplando nuevamente muchas brasas hacia una corriente horizontal. Esto ayudó a los bomberos que estaban trabajando duro para proteger las casas. Más tarde, todos dijeron que había sido un milagro que solo una cabaña de vacaciones se quemara y dos casas resultaran ligeramente dañadas.
Después de dos semanas, con mucha gratitud a Dios y a todos los que participaron en la lucha contra este incendio, regresamos a casa.
Mi esposo y yo recordamos la historia bíblica de los tres hombres que fueron arrojados a un horno de fuego ardiendo, y que después de ser puestos a salvo ni siquiera olor a humo había en ellos (véase Daniel 3). ¡Realmente hemos sido testigos del poder y la presencia de Dios!