Hubo una época en que no podía encontrar un buen trabajo. Sentía que sabía exactamente cuál sería el trabajo perfecto, pero no podía conseguirlo. Entonces, llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí mientras buscaba empleo. El practicista me dijo que no necesitaba delinear dónde debería estar trabajando, solo necesitaba ser humilde y comprender que el verdadero empleo es expresar las cualidades de Dios. Eso se podía hacer dondequiera que estemos y sea lo que fuere que hagamos.
Esa respuesta no me gustó para nada, porque realmente ansiaba conseguir cierto trabajo. Así que llamé a un segundo practicista, con la esperanza de obtener una respuesta diferente. Pero ¿qué crees? ¡Obtuve la misma respuesta!
Pensé que los dos practicistas no podían estar equivocados. Así que decidí orar más y estudiar la Biblia y los escritos de la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy. Y al orar y estudiar más, finalmente comprendí lo que debería haberme dado cuenta en primer lugar: que la Mente divina, Dios, es realmente mi empleador eterno, y vivo para expresar Sus cualidades en todas partes, en todo momento.
No mucho después, recibí una invitación para una entrevista de trabajo a varios cientos de kilómetros de distancia. Fui a la entrevista sabiendo que, independientemente de los resultados, podía ser lo suficientemente humilde como para comprender que Dios es mi empleador y estoy siempre empleado expresándolo.
Me ofrecieron el trabajo, ¿y sabes qué? ¡Resultó ser el trabajo perfecto para mí!
Pero lo más importante es que aprendí tres lecciones perdurables: 1) No definas ni pienses que las cosas deben ser de determinada manera; 2) Sé humilde; y 3) Sabe que expresar las cualidades de Dios es siempre nuestro trabajo perfecto y, de hecho, nuestro único trabajo.
Estoy verdaderamente agradecido por esta experiencia, por estas lecciones, y especialmente por la Ciencia Cristiana.