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Mi senda, antes oscura, está llena de luz

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 28 de febrero de 2022


Dos años después de la universidad, mi vida parecía vacía y sin sentido. Traté de obtener comprensión espiritual asistiendo a muchas diferentes denominaciones religiosas, pero ninguna me resultó satisfactoria. Luego recurrí a las drogas alucinógenas en busca de inspiración y pronto me volví dependiente de ellas. 

Debido a las drogas y mi estado general de pensamiento, no podía funcionar en ningún lugar de trabajo. Parecía que había llegado a un callejón sin salida. Me sentía atrapado.

Al pensar en ello, diría que mi búsqueda del Espíritu fracasaba debido a mi punto de vista material. No tenía idea de la infinitud de lo que estaba buscando. Sin embargo, mi ignorancia no desacreditó mi deseo ni disminuyó mi sinceridad. Aunque la vida parecía oscura, y no sabía mucho acerca de lo que quería, tenía el profundo anhelo de comprender a Dios, y ese deseo era una oración que me dirigía hacia la Verdad. 

En medio de una noche llena de inquietud, abrí los ojos y encontré mi habitación llena de luz. Sentí que un sentimiento de pureza me abrazaba. Renovado y en paz, me quedé dormido. A la mañana siguiente, sabía que necesitaba cambiar de rumbo. Hacía meses que no trabajaba, pero ese día tenía un sentido de dirección. Era obvio que debía encontrar un trabajo. 

Mi casa estaba en el campo, lejos de los negocios, y no tenía automóvil, por lo que mis perspectivas de encontrar trabajo cerca parecían escasas. No obstante, en la sección de anuncios de empleos del periódico regional, había un trabajo a corta distancia. Era un campamento de niñas que se preparaba para su temporada de verano, y me contrataron como carpintero. Resultó interesante y trabajaba para unas personas encantadoras.

Me hice amigo de la abuela, dueña del campamento, que era Científica Cristiana. Cuando conocí a toda su familia, pensé que eran excepcionales. Cuando les pregunté qué era diferente en ellos, sugirieron que era su religión. Entonces, pregunté si podía ir a la iglesia con ellos. Me invitaron a una reunión de testimonios de los miércoles por la noche en su filial de la Iglesia de Cristo, Científico. 

No pude comprender todas las lecturas de esa noche (pasajes seleccionados de la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy), pero mientras escuchaba los testimonios de curación e ideas sobre la Ciencia Cristiana de la congregación, todo tuvo sentido. Escuché a alguien decir que todos somos los hijos perfectos de Dios. Eso estaba de acuerdo con lo que siempre había sentido que era cierto. 

Me quedé atónito al encontrar una iglesia como esta y me pregunté: “¿Serán así de verdad?”. Pero a medida que conocí a los miembros, me sentí aliviado y complacido de ver que vivían lo que creían. 

Continué asistiendo a la iglesia y comencé a leer el Christian Science Journal y el Sentinel. También comencé a estudiar la Lección Bíblica semanal que se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. A través de muchas horas de estudio diario, encontré respuestas a los desafíos que enfrentaba. Mi vida se estaba transformando. La gente comentaba que me veía mejor. Decían que mi expresión había cambiado de agria y cínica a agradable y amigable. A medida que me fui acercando más a la Mente divina, Dios, el deseo de tomar drogas se evaporó.

Comencé a hacer un estudio profundo de Ciencia y Salud. Leí el primer capítulo, “La oración”, y luego lo releí y releí porque explicaba tanto que quería saber acerca de mi relación con Dios: cómo escuchar, cómo orar, cómo sana la oración. Venía de un entorno en el que el clero prescribía las oraciones, y fue inspirador descubrir que podía comunicarme directamente con Dios. 

Este capítulo me dio a conocer los siete sinónimos de Dios que el libro de texto destaca: Amor, Mente, Espíritu, Principio, Verdad, Vida, Alma, y que describen la naturaleza y el carácter de Dios. Aprendí que no oramos para tratar de llamar la atención de Dios o para recordarle que sea Dios. En cambio, intercambiamos las creencias limitadas sobre la Deidad por la comprensión de que Dios es el bien infinito, omnipresente y omnipotente. 

Una de las cosas que más me atrajo de la Ciencia Cristiana fue su visión de Cristo Jesús como el Mostrador del camino de Dios para la humanidad. Ciencia y Salud explica: “Jesús enseñó el camino de la Vida por medio de la demostración, para que pudiéramos comprender cómo este Principio divino sana a los enfermos, echa fuera el error y triunfa sobre la muerte. Jesús presentó el ideal de Dios mejor de lo que podría hacerlo cualquier hombre cuyo origen fuera menos espiritual” (pág. 25).

Yo había cuestionado los llamados milagros atribuidos a Jesús, y no veía su relevancia para nuestra época. Pero mediante mi estudio de la Ciencia Cristiana, llegué a ver que no eran instancias de la intervención de Dios para cambiar el orden “natural” de las cosas, sino de Jesús al comprender y demostrar lo que ya era espiritual y permanentemente verdadero. Ciencia y Salud señala: “Jesús contemplaba en la Ciencia al hombre perfecto, que a él se le hacía aparente donde el hombre mortal y pecador se hace aparente a los mortales. En este hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y esta perspectiva correcta del hombre sanaba a los enfermos. Así Jesús enseñó que el reino de Dios está intacto, es universal, y que el hombre es puro y santo” (págs. 476-477). 

El hecho de que Jesús les dijera a sus seguidores que hicieran lo que él hizo me dio la esperanza de que yo mismo podía practicar estas verdades. Cuando comencé a investigar la Ciencia Cristiana, pensé que sería otra parada para mí a lo largo del camino de muchas creencias. Pero se convirtió, en cambio, en mi hogar, en el ancla de todas mis acciones y forma de pensar. 

Aunque no comencé el estudio sino hasta después de la universidad, se podría decir que crecí en la Ciencia Cristiana. A medida que tomaba consciencia de mi verdadera identidad como hijo espiritual de Dios, maduré y experimenté una reforma completa del carácter. Y la armonía de la Mente continúa expresándose en mi vida hasta el día de hoy, con buena salud, un matrimonio y familia amorosos e importantes negocios. 

Como dice Ciencia y Salud en la página 423: “El Científico Cristiano, al comprender científicamente que todo es Mente, comienza con la causalidad mental, la verdad del ser, a destruir el error. Este correctivo es un alterante que llega a todas las partes del organismo humano. Según las Escrituras, sondea ‘las coyunturas y los tuétanos’, y restaura la armonía del hombre”. 

Dios, el Amor divino, me llevó de luchar en la oscuridad a prosperar en la luz. Por esto, estoy muy agradecido.

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