Durante los últimos años, las personas en muchos países han estado viviendo en una atmósfera caótica. Esto ha sido el resultado no solo de la crisis del COVID, sino también de los conflictos entre los gobiernos y los grupos minoritarios que se sienten marginados y desean afirmar su independencia.
Hay muchos problemas que superar, como el miedo, la carencia, los encierros y las incesantes luchas. Como Científica Cristiana que ha experimentado tales circunstancias, he estado orando para saber que Dios, el Principio divino, es el único que gobierna, y que, por lo tanto, a pesar de cómo parecen las cosas, cada uno tiene lo que necesita. No faltan los recursos necesarios; no hay llanto en nuestras calles; y nadie puede sufrir. No importa lo que parezca estar sucediendo, podemos experimentar el gobierno de Dios en orden, paz y abundancia.
Un día, los combatientes separatistas en mi país instruyeron a todos a quedarse en casa durante 14 días porque planeaban una huelga de brazos caídos, y dijeron que debíamos comprar suficiente comida para cuanto durara la huelga. La gente se preguntaba de dónde vendría el dinero para comprar tanta comida a la vez, y de dónde vendría la comida para que nos durara tanto tiempo. Oré con este versículo de la Biblia: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18). Confiaba en que Dios, el Amor divino, proveería lo necesario para todos.
Fui al mercado con uno de mis parientes que me asiste cada vez que lo llamo para que me ayude. Necesitaba pescado, pero con el dinero que tenía no podía comprar suficiente pescado para tantos días. Compré solo lo poco que podía pagar y lo puse en las dos bolsas que habíamos llevado con nosotros. Le pedí a mi pariente que pusiera una bolsa dentro de la otra para que solo hubiera una bolsa para llevar a casa. Luego lo dejé en la tienda para hacer eso y fui a buscar una motocicleta para que lo llevara a casa, mientras yo me quedaba en el mercado y hacía algunas tareas más.
Cuando mi pariente llegó a casa, me llamó para preguntar qué debía hacer con tanto pescado. Le dije que no entendía. Y cuando llegué a casa vi una bolsa llena de pescado y frutas que no había comprado. Me sorprendió. Llamé al dueño de la tienda para preguntar si alguien había llamado para quejarse de la falta de una bolsa de pescado. Dijo que nadie se había quejado. Le dije que, si se enteraba de que a alguien le faltaba una bolsa, me lo hiciera saber, pero nunca me llamó.
Ahumé el pescado y lo puse al sol hasta que estuvo bien seco. Les conté a mis vecinos de la bendición y los invité a venir a buscar pescado si surgía la necesidad. El pescado era abundante. En la segunda semana de la huelga, a mis vecinos se les acabó el pescado, por lo que cada uno en su momento vino a pedirme algo de pescado. Todos los que vinieron tuvieron suficiente para comer. ¡Qué provisión más abundante! El pescado satisfizo a muchos de nosotros durante ese período, y todos estábamos agradecidos a Dios.
Viajo mucho, y en muchos lugares hacerlo ha sido muy difícil. Hay puestos de control en todas partes en las calles y carreteras. Cada vez que me acerco a un puesto de control, tengo en mente que la verdadera identidad del hombre —de todos— es espiritual. Veo en la persona que revisa las tarjetas de identidad de los viajeros solo la imagen de Dios, que es gentil, amoroso y amable. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras explica: “El hombre es espiritual y perfecto; y porque es espiritual y perfecto, tiene que ser comprendido así en la Ciencia Cristiana” (Mary Baker Eddy, pág. 475). Como resultado de ver a todos como espirituales, he experimentado constantemente un trato amable y afectuoso.
En una ocasión, hubo un conflicto entre los militares y los que luchan por la libertad en nuestra área. Esa tarde, fui a la ciudad, y a medida que avanzaba el tiroteo, bloquearon las calles. Cuando reabrieron, tomé un taxi para llegar a casa, y la carretera estaba sobrecargada porque todos se apresuraban a volver a sus hogares. Llegamos a un cruce donde los militares estaban teniendo brutales represalias contra los ciudadanos. Detenían a los coches y a los taxis, y les pedían a los conductores que salieran. A algunos de los conductores y pasajeros les dijeron que se acostaran y los golpearon.
Inmediatamente oré con esta declaración: “Dios es Amor. ¿Podemos pedirle que sea más?” (Ciencia y Salud, pág. 2). Sentí la presencia del Amor divino y vi a todos como el reflejo del Amor, los hijos e hijas amados de Dios. Comenzó a reinar la paz.
No detuvieron a nuestro taxi. Nos permitieron continuar por la calle. El conductor estaba sorprendido. Dijo que iría a casa y celebraría cómo Dios lo había salvado. Los pasajeros se regocijaron de que sólo Dios podía habernos dado una protección tan maravillosa. Otros autos y taxis nos siguieron por la calle momentos después sin ser detenidos. Los soldados que golpeaban a los ciudadanos se fueron. Todos los coches y pasajeros estaban libres, y se reanudó la circulación normal del tráfico. Esta fue la información que recibí minutos después de que abandonamos la escena.
Podría compartir muchos más ejemplos del poder de Dios. Las numerosas experiencias compartidas por los Científicos Cristianos en las reuniones semanales de testimonio con respecto a estos tiempos difíciles dejan en claro que, a pesar de la aparente discordia y carencia, Dios es Todo-en-todo, el único poder. Al comprender a Dios espiritualmente, experimentamos paz donde parece haber discordia y guerra, abundancia donde parece haber carencia y libertad donde parece haber restricción. Esta comprensión en la Ciencia Cristiana conduce a una alegría que no puede definirse con palabras.