Un profundo anhelo por el bien se ve indudablemente en todo el mundo. Se expresa en querer cosas como un trabajo continuo y con propósito, relaciones felices, un hogar, ingresos adecuados y salud. Estas son todas las cosas que la gente quiere no solo para sí misma, sino también para sus hijos y sus comunidades. No obstante, el camino para experimentar ese bien no siempre es claro.
La Ciencia Cristiana, que se basa en las enseñanzas de la Biblia, puede ayudarnos a ver más allá de las limitaciones que nos oprimen. Esta perspectiva más prometedora se obtiene al ampliar nuestra comprensión de Dios como el Amor infinito, siempre cuidando de su creación. A medida que nos concentremos en un concepto más claro de Dios, tendremos la seguridad que se encuentra en Proverbios: “Las riquezas y la honra están conmigo; riquezas duraderas, y justicia” (8:18).
No siempre podemos saber lo que está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, cuanto más aceptemos la certeza, sólida como una roca, de la bondad de Dios, más confiados estaremos al dar un paso adelante. El concepto de Dios, expresado con claridad por Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, revela que el Amor es el Principio divino, la fuente de todo el bien. Anhelar el bien no es en vano cuando analizamos el alcance de Dios como Amor y Principio y percibimos el hecho espiritual de que el Principio y el Amor divinos en realidad sustentan y proporcionan solo el bien para cada uno de nosotros.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!