¿Has notado alguna vez cuántas películas y programas se centran en distintos procedimientos legales? En el centro de esta fascinación popular por el derecho se encuentra algo maravilloso: el deseo natural de la humanidad de tener un gobierno justo. Quizás más que nunca, el mundo quiere justicia, seguridad y libertad para todos. El camino para lograr esta meta puede parecer impreciso; sin embargo, el gobierno armonioso y justo es en realidad parte del plan de Dios para todos Sus hijos. Cuando nuestro deseo de tener un buen gobierno en la tierra es apoyado por una comprensión del gobierno celestial de Dios, estamos capacitados para experimentar una norma divina de justicia que bendice y protege a todos. La historia registrada en la Biblia nos da una prueba maravillosa de esto.
En un canto de alabanza que celebra la libertad que Dios forjó para los israelitas —la liberación de cientos de años de esclavitud en Egipto— leemos: “Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro” (Salmos 89:14). Esto es lo que los hijos de Israel aprendieron en el desierto: que la verdadera justicia y el estado de derecho se someten a la jurisdicción de un Dios del todo amoroso.
Uno de los significativos impactos de su liberación fue un cambio en la forma en que los israelitas comenzaron a identificarse. Durante mucho tiempo habían sido acusados en el tribunal de la vida. Fueron perseguidos, procesados y encarcelados sin ningún recurso o representación. Sin embargo, después de encontrar su libertad, llegaron a comprender que, al reconocer que la autoridad de Dios es suprema, podían ser testigos de que Sus leyes los protegían y sostenían.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!