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Restaurar el orden

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 26 de septiembre de 2022


La mente humana tiene su propio sentido de orden. Sigue un patrón de la naturaleza que actúa como una ley de salud, y a menos que surja alguna situación anormal para interrumpir ese patrón, este orden natural continúa. Sin embargo, debido a que tales situaciones parecen surgir a través de circunstancias difíciles, temores o creencias malignas, es bueno explorar los medios espirituales para restaurar el orden natural, o salud normal del cuerpo.

La Ciencia Cristiana es capaz de hacer esto. En primer lugar, esta Ciencia explica que un trastorno físico es totalmente un estado mental, una desorganización de la mente. Mary Baker Eddy da esta explicación en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Desorden, o desarreglo, es una palabra que transmite la verdadera definición de toda creencia humana en la mala salud, o la armonía perturbada” (pág. 421).

Para restaurar un estado ordenado de pensamiento a través de la Ciencia, se debe establecer una comprensión de Dios y Su perpetuo control de Sus hijos. Y este estado verdadero, u orden, debe llegar a ser más real para el que sufre que el trastorno de la carne. En la existencia real —es decir, en el reino del Espíritu, o Dios, que Jesús llamó cielo— el orden divino es la ley gobernante misma, y no puede ponerse a un lado o ser interrumpida. Lo que Dios ordena como armonioso, simplemente es; es la verdad y cumple Su intención para la salud de Sus hijos. Lo que Él no ordena —desarmonía, desarreglo— simplemente no es; es la falsedad que contradice Su intención, o al menos parece hacerlo hasta que es desechado de la mente por ser irreal.

En el reino del Espíritu, el hombre experimenta la armonía del orden divino porque él es necesaria y lógicamente la semejanza exacta, el reflejo, de su creador. La capacidad de corregir el desorden o el desarreglo en el cuerpo físico depende de la comprensión de que la Verdad, o Dios, está eternamente apoyando su propio reflejo. La Sra. Eddy dice: “La acción recuperativa del organismo, cuando está sostenida mentalmente por la Verdad, continúa naturalmente” (pág. 447).

Cristo Jesús restauró el orden natural porque conocía el cielo de Dios. Nunca perdió de vista el reino del que dijo que venía y al que regresaría. Y así pudo revelar el estado divinamente ordenado del hombre individual, que allí habita. Jesús comprendía que no hay dos tipos de hombre, el material y el espiritual, sino sólo el espiritual. Y probó que no hay desorden en la semejanza del Espíritu. Hablando desde el punto de vista del Cristo, la idea espiritual que él presentaba, podía decir: “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre” (Mateo 11:27). Él estaba consciente de la verdad de la salud que Dios está afirmando eternamente, y su consciencia de esta verdad destruyó lo que era falso, es decir, el desarreglo.

El tratamiento de la Ciencia Cristiana, o la oración, no altera el llamado orden natural, sino que lo preserva, previniendo así los estados mentales y físicos desordenados. Esta Ciencia continuará preservando el orden natural hasta que se demuestre que la materia es una niebla irreal y falsa de sensaciones que ocultan la verdadera sustancia del hombre.

La Sra. Eddy dice de Jesús: “Él restauró el cuerpo enfermo a su acción, funciones y organización normales, y para explicar sus actos, dijo: ‘Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia’” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 217-218). Nadie salta repentinamente al cielo, sino que se gana gradualmente su camino hacia allí renunciando a las falsas creencias que niegan el cielo.

Cada curación en la Ciencia Cristiana demuestra el orden del cielo en la experiencia presente. La ley divina está en pleno funcionamiento a cada momento, y la curación verdadera subordina, tanto al paciente como a la ley natural, al designio inquebrantable del Amor divino.

La obediencia a la ley moral, los Diez Mandamientos, hace que el comportamiento humano de un individuo esté de acuerdo con el orden divino, y esto lo bendice y lo ayuda a expresar la salud humanamente. Dios cuida del cuerpo humano bendiciendo el elemento y el grado de realidad que el ser humano refleja. Cuando se ignora la obediencia moral, el ser humano pierde el apoyo divino. Luego se deteriora social y físicamente y se desorganiza a nivel intelectual y religioso. Sólo la regeneración del pensamiento puede llevar al descarriado de vuelta al verdadero orden de la obediencia y así restaurar su cuerpo a la normalidad.

En el reino de Dios Su ley se hace cumplir, y el hombre es invariablemente obediente a ella. Un reino implica un gobernante soberano y leyes que gobiernan a los ciudadanos. Las obras de Jesús demostraron que el gobierno de Dios está presente eternamente, y que, una vez que se comprende, el orden que mantiene puede demostrarse en cualquier lugar y en todas partes. Dejar de lado el orden divino cediendo a la enfermedad o al pecado es simplemente una locura. En lugar de caer en una creencia de desorden moral o físico, el verdadero Científico se aferra al hecho de que la ley divina está en pleno control allí mismo donde el desarreglo o la desarmonía pretenden estar. Y es sanado.

Jesús dijo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). Sus enseñanzas mostraron que restaurar al orden el cuerpo humano tenía que preceder la revelación del cuerpo espiritual, o identidad, el cual está completamente separado de la materia. Este es un paso para despertar del sentido mortal de la vida al cielo de Dios. Pero el cielo está presente, y todos los que siguen el camino del Maestro de obediencia a la ley pueden llegar a estar conscientes de ello ahora.

Helen Wood Bauman

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