La mente humana tiene su propio sentido de orden. Sigue un patrón de la naturaleza que actúa como una ley de salud, y a menos que surja alguna situación anormal para interrumpir ese patrón, este orden natural continúa. Sin embargo, debido a que tales situaciones parecen surgir a través de circunstancias difíciles, temores o creencias malignas, es bueno explorar los medios espirituales para restaurar el orden natural, o salud normal del cuerpo.
La Ciencia Cristiana es capaz de hacer esto. En primer lugar, esta Ciencia explica que un trastorno físico es totalmente un estado mental, una desorganización de la mente. Mary Baker Eddy da esta explicación en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Desorden, o desarreglo, es una palabra que transmite la verdadera definición de toda creencia humana en la mala salud, o la armonía perturbada” (pág. 421).
Para restaurar un estado ordenado de pensamiento a través de la Ciencia, se debe establecer una comprensión de Dios y Su perpetuo control de Sus hijos. Y este estado verdadero, u orden, debe llegar a ser más real para el que sufre que el trastorno de la carne. En la existencia real —es decir, en el reino del Espíritu, o Dios, que Jesús llamó cielo— el orden divino es la ley gobernante misma, y no puede ponerse a un lado o ser interrumpida. Lo que Dios ordena como armonioso, simplemente es; es la verdad y cumple Su intención para la salud de Sus hijos. Lo que Él no ordena —desarmonía, desarreglo— simplemente no es; es la falsedad que contradice Su intención, o al menos parece hacerlo hasta que es desechado de la mente por ser irreal.
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