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Para jóvenes

Resuelve problema con su caballo y triunfa

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 5 de septiembre de 2022


Por lo general, estoy siempre lista para enfrentar un desafío. Pero no estaba segura de estarlo para este. 

Estaba participando en un programa de equitación en un campamento de verano para Científicos Cristianos. Por lo general, me han asignado uno de los caballos más difíciles porque mis consejeros saben que acepto los desafíos y puedo manejarlos. Sin embargo, este año en particular me dieron una yegua especialmente problemática y asustadiza con la que no había trabajado bien el año anterior. 

Al comienzo de nuestra sesión de dos semanas, me esforcé por relacionarme con ella y me puse muy nerviosa cuando no pudimos completar los ejercicios más simples. Parecía que ella tenía demasiado miedo de hacer los ejercicios correctamente, y también teníamos problemas para comunicarnos. Si bien antes había luchado por conectarme con el caballo que me asignaban, este año estaba empezando a sentir que eso nunca sucedería. Cuando les pregunté a mis consejeros si podía cambiar de caballo, me dijeron que intentara un día más con ella, entonces, si seguíamos teniendo problemas, podría hacer un cambio. 

Había hecho casi todo lo posible por trabajar con eficacia con mi caballo, pero sabía que había otra cosa que necesitaba hacer. Entonces, esa noche oré con una idea que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana: la idea de que solo hay una única Mente divina. Mente es un nombre para Dios que puedes encontrar en la Biblia y en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. 

Esta idea realmente me llamó la atención porque, si bien podría haber parecido que mi caballo y yo estábamos trabajando como dos mentes separadas e incompatibles, orar con el hecho de que hay una sola Mente me dio una perspectiva diferente. Me di cuenta de que la Mente divina, que expresa paz, armonía e inteligencia, es realmente la única Mente que existe, y por lo tanto, mi caballo y yo éramos totalmente capaces de trabajar juntos. 

Después de orar con esta idea, me sentí muy entusiasmada. No veía el momento de demostrar lo que significa conocer la realidad de que existe una sola Mente. 

Al día siguiente en nuestro programa jugamos polocrosse; un deporte que es muy parecido al lacrosse, pero que se juega a caballo. Puesto que el polocrosse tiene distracciones constantes y cosas que vuelan por el aire, para algunos de estos animales puede ser muy aterrador. Sin embargo, ahora, al confiar en la protección constante de Dios y en la armonía que yo sabía compartía con mi caballo, pude disfrutar del juego sin ninguna dificultad.   

Durante el resto de la sesión trabajamos como un equipo armonioso, superando el miedo y los nuevos obstáculos juntos. También competimos muy bien en nuestro rodeo de fin de sesión y obtuvimos el primer lugar. No obstante, para mí lo mejor de ese verano fue saber que mediante la oración puedo vencer cualquier desafío que parezca insuperable.

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