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Sana de dolor e hinchazón

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 5 de diciembre de 2022


Hace varios años, en el transcurso de unos días, se me hincharon los tobillos y pies y tenía un dolor intenso. Era una lucha pararse y moverse incluso usando un andador. De mi estudio de la Ciencia Cristiana, sabía que podía superar esto al verlo como una mentira, un sueño de imperfección que Dios no había creado. Me comuniqué con un practicista de la Ciencia Cristiana para que orara conmigo, y fui a un sanatorio de enfermería de la Ciencia Cristiana cercano en busca de apoyo. 

Estaba muy agradecida por el cuidado amoroso e intrépido de los enfermeros de la Ciencia Cristiana. En lugar de verme vulnerable, insalubre o material, me veían espiritual, sana y perfecta, y esperaban que el cuerpo se ajustara a este punto de vista. No diagnosticaron enfermedades o lesiones ni recomendaron medicamentos, y no intentaron tomar el lugar del practicista de la Ciencia Cristiana. En cambio, me brindaron apoyo práctico y comodidad que ayudaron a satisfacer mis necesidades. 

Aunque sentí que estaba progresando, se acumularon muchos otros problemas. A veces, estas dolencias parecían una tempestad que me atacaba por todos lados. Pero el practicista me recordó esta reconfortante idea de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “La noción de que tanto el mal como el bien son reales es un engaño del sentido material, que la Ciencia aniquila. El mal es nada, es ninguna cosa, mente, ni ningún poder” (pág. 330). También me inspiré en lo que Ciencia y Salud establece que debemos hacer cuando nos tienta la ilusión de que estamos enfermos o somos pecadores; nos insta a aferrarnos “firmemente a Dios y Su idea” (pág. 495).

Tenía que resistir constantemente cualquier tentación de pensar en mí misma como un mortal discapacitado separado de Dios. Resolví identificar y negar cada pensamiento negativo y erróneo y aceptar solo la realidad del bien que Dios otorga constantemente a Su creación. Estoy segura de que algunos días hice ese ejercicio mental cincuenta veces. 

Con cada llamada al practicista, cada preocupación y temor que sentía se detenía al percibir más de lo que Dios es y lo que yo soy como Su reflejo. Por ejemplo, si Dios avanza sin impedimentos, y yo soy Su reflejo, entonces yo sigo adelante sin impedimentos. ¡Expreso la acción de Dios!

Declaraciones como estas eran espirituales y absolutas; jamás se detuvieron en el problema. Eso, en sí mismo, fue una lección para mí: evitar consultar al cuerpo como si pudiera controlarme o decirme algo sobre mí misma. La realidad es que Dios me gobierna y me conoce como Su propia idea. Esto me ayudó a ver que mi perfección era irreprochable y que mi salud y bienestar estaban intactos.

Me fui a casa cinco días después, sin la necesidad de un andador. Un par de días después de llegar a casa, cada síntoma se disolvió y sané por completo. Toda la experiencia duró aproximadamente una semana. 

En el año que siguió, hubo algunas ocasiones en que mis pies y tobillos comenzaron a hincharse. Pero cada vez, oré con mayor seguridad y con la convicción que obtuve a través de esa experiencia inicial, y en cada oportunidad sané rápidamente. No he experimentado esos síntomas en los años transcurridos desde entonces.

Siento que este versículo de la Biblia fue fundamental para mi curación: “He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá” (Eclesiastés 3:14). Para mí, esto es una garantía de nuestra protección y plenitud como creación de Dios y una promesa de la perfección eterna del hombre. Nada puede destruir la relación armoniosa que tenemos con nuestro divino Padre-Madre. 

Robin Krauss
Milwaukee, Wisconsin, EE.UU. 

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