¿Qué significa la Ciencia Cristiana para mí? Muchísimo. Ante todo, acabó con mi llanto.
En mi adolescencia y principios de mis 20 años, generalmente estaba triste y a veces me sentía desesperada. A menudo lloraba sin razón aparente; a veces por dos o tres días. La depresión, con la que según recuerdo parece que estaba luchando, aún no se consideraba como una enfermedad, y los medicamentos para ella no eran comunes. “¡Deja de mortificarte!” era un estribillo común de las personas que me rodeaban. Pero no parecía que yo pudiera hacerlo.
De niña, había asistido a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Ya en mi adolescencia, como me sentía por lo general como una inadaptada en el mundo que me rodeaba, y convencida que mi asociación con la Ciencia Cristiana era gran parte de eso, dejé de asistir. No obstante, la vida a menudo parecía difícil y dura.
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