Era un niño agradable.
Le di clases particulares en su escuela cuando estaba en octavo grado. Quería jugar al baloncesto en el bachillerato, y esperaba tener su propia barbería algún día.
Pero la vida era dura para Derek (no es su verdadero nombre). Y tenía dificultades en la escuela. Leía al nivel de segundo grado. Y a mí, como tutora voluntaria, me habían pedido que trabajara con él uno a uno.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!