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Comprender la Ciencia Cristiana paso a paso

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 11 de mayo de 2023


Durante mi primer año en la universidad, tomé un curso obligatorio de humanidades. En una conferencia sobre Platón, el profesor mostró dos sillas al frente del aula. Una silla estaba en buenas condiciones y la otra tenía una pata rota.

El profesor señaló la que tenía una pata rota y dijo que esto no es lo que visualizamos cuando pensamos en una silla. En cambio, nos imaginamos una silla entera de pie sobre cuatro patas. Luego explicó que, según Platón, la realidad de esta silla es la idea de ella, no una forma física. 

Esta lección me recordó algo que había escuchado varios meses antes de esta clase. Había empezado a salir con un joven cuyos padres eran Científicos Cristianos. Pensaba que sus creencias religiosas eran extrañas. Pero esta conferencia me recordó algo que habían dicho acerca de que la creación de Dios es espiritual, no material, y acerca de ser uno con la ley de armonía y perfección de Dios. Cuando pensaba en la ley de Dios, pensaba que era como la ley de la gravedad, la cual no podemos ver, aunque sentimos sus efectos.

Meses más tarde, fui de visita a la casa de mi novio y charlé con su hermana adolescente que asistía a la iglesia con sus padres. Ella me habló de la Ciencia Cristiana y sus ideas principales. Aunque todavía me resultaba difícil reconciliar varios de estos conceptos con la vida cotidiana, algunos de ellos comenzaban a tener sentido para mí.

Poco después, noté que unas cuantas verrugas que había tenido en la muñeca y la palma de mi mano habían desaparecido por completo. Había tenido esas feas verrugas durante casi un año y había usado varios medicamentos de uso tópico para tratar de deshacerme de ellas. 

Esta experiencia se quedó conmigo; no obstante, pasaron más de diez años antes de que comenzara a estudiar y practicar la Ciencia Cristiana. Aunque al principio estaba indecisa sobre cómo aplicar lo que estaba aprendiendo, sentí que las semillas de la verdad brotaban en mi consciencia. Y cuando pensé en la omnipresencia y bondad de Dios, comencé a tener curaciones.

El mayor desafío llegó cuando era una madre sola con recursos limitados y necesitaba un trabajo. En este momento, comencé a asistir a mi filial local de la Iglesia de Cristo, Científico, y a participar en conversaciones provechosas con un practicista de la Ciencia Cristiana. 

Una declaración de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras que el practicista señaló fue: “Paso a paso, aquellos que en Él confían hallarán que ‘Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones’” (Mary Baker Eddy, pág. 444). Eso era lo que estaba aprendiendo a hacer: confiar en Dios paso a paso.

Aunque había obtenido una maestría, no tenía ninguna experiencia laboral, así que me inscribí en una universidad local para actualizar mis conocimientos en un área en particular. Después de terminar un semestre, conseguí trabajo en una corporación prestigiosa. Toda la experiencia fue una demostración de mi confianza en Dios, que se basó en lo que estaba aprendiendo de la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy.

De hecho, justo antes de que me ofrecieran el trabajo, había orado con este pasaje de la Biblia: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2). Esto me ayudó a ver que podía cambiar mi forma de pensar; de estar preocupada por un futuro sombrío a tener confianza en la presencia, el poder y la bondad de Dios.

Estoy muy agradecida de haber estudiado y confiado en la Ciencia Cristiana por más de cuarenta años. La lista de curaciones que he experimentado es extremadamente larga, así que compartiré solo un par de ellas.

Un día, noté que no podía ver claramente con uno de mis ojos. Estaba en contacto con un practicista de la Ciencia Cristiana para el tratamiento metafísico, pero me asusté mucho, ya que necesitaba conducir al trabajo y por mi familia. 

Fui a un oftalmólogo, quien me dijo que debía hacerme un escáner cerebral y me recomendó un especialista. Cuando le conté al practicista sobre la recomendación del médico, no trató de disuadirme de recurrir al tratamiento médico. Pero sí me preguntó dónde pensaba que terminaría esto y por cuántas fotos y escaneos tendría que pasar. 

Su comentario me hizo reír, y comprendí cuán inútil era recurrir a lo incierto en lugar de confiar en la solución segura y perfecta de Dios que tenía frente a mí. Me volví de todo corazón a Dios para que me sanara. 

Después de unas dos semanas de ferviente oración, me desperté una mañana, y los rayos del sol que resplandecían en la habitación parecían más brillantes de lo que habían estado en mucho tiempo. Supe entonces que había sanado, y mi visión ha permanecido clara. Aprendí que la curación espiritual no consiste en arreglar la materia, sino en ver todo como la expresión perfecta y completa de Dios, el bien espiritual.

Años más tarde, descubrí un bulto en el pecho. Traté de orar, pero tenía miedo. Una amiga cercana notó un cambio en mi actitud y me preguntó qué pasaba. Le confié mi situación. El esposo de mi amiga era oncólogo y me hizo una cita para que me hiciera un examen. Continué orando, y aunque decidí seguir adelante con el examen, cuando llegó ese día, no tuve miedo. Después del examen, no me sorprendió cuando el médico me dijo que no podían encontrar nada. El bulto había desaparecido y jamás regresó. Ambas curaciones ocurrieron hace más de veinte años.

Estas experiencias y muchas otras me han ayudado a comprender mejor el concepto de ser completamente espiritual aunque uno parezca vivir en un mundo físico. Para mí, se trata de vigilar nuestro pensamiento momento a momento para ver la realidad de la bondad y la armonía de Dios y de que el sentido material no nos distraiga. Ciencia y Salud declara: “Hay un único camino que conduce al cielo, la armonía, y el Cristo en la Ciencia divina nos muestra este camino. Es no conocer otra realidad —no tener otra consciencia de la vida— que el bien, Dios y Su reflejo, y elevarse sobre los así llamados dolores y placeres de los sentidos” (pág. 242).

Ahora veo la conexión entre estudiar y practicar la Ciencia Cristiana y experimentar armonía y curación en mi vida. 

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