Esta no era la forma en que se suponía que debían resultar las cosas.
Finalmente había dado el paso para cumplir un sueño de toda la vida al solicitar servir en el Cuerpo de Paz. Ese verano, dejé mi trabajo, lista y emocionada para que me asignaran mi destino lo antes posible. Entonces, me sentí decepcionada cuando descubrí que no estaban aceptando solicitudes o asignando voluntarios, debido a la pandemia del Covid. Tampoco me pudieron dar una fecha prevista para regresar al servicio. Me sentí muy ingenua y tonta por haber dejado mi trabajo, y frustrada porque mi plan no estaba resultando como yo quería. Desempleada y sintiéndome deprimida, no sabía qué hacer.
Mientras seguía esperando para unirme al Cuerpo de Paz, me pidieron que fuera parte del equipo de liderazgo en un centro de educación al aire libre en las Montañas Rocosas de Colorado. Este era un centro donde siempre había querido trabajar, pero todavía estaba atrapada sintiendo que era un mal momento.
Crecí asistiendo a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, donde aprendí que Dios, el bien divino, siempre guía y gobierna cada aspecto de mi vida. Por supuesto, es fácil creer en la bondad de Dios cuando las cosas salen como yo quiero, pero en el momento en que no es así, no resulta tan fácil confiar. Así es como me sentía cuando acepté este nuevo trabajo: emocionada pero frustrada.
Mi nuevo trabajo me permitió tener largas vacaciones de invierno, así que pude ver a mi familia en el extranjero para las fiestas. Trataba de disfrutar de la visita, pero también me estaba impacientando cada vez más al esperar noticias del Cuerpo de Paz. Mientras tanto, me ofrecieron una pasantía en la escuela de la que me había graduado, trabajando en un departamento en el que siempre había soñado hacerlo. Agradecida y humildemente, acepté la oferta. ¿Reconocí en ese momento que esto era parte de la guía de Dios y una expresión de Su bondad? La verdad es que no. Seguía atrapada en mi propia idea de cómo quería que se desarrollara mi carrera.
Durante este período de espera, también fui guiada a tomar instrucción de clase de la Ciencia Cristiana. Este curso de doce días fue una oportunidad para aprender más sobre la curación en la Ciencia Cristiana y crecer espiritualmente.
Esta clase fue un punto decisivo para mí. A medida que mis pensamientos se fueron transformando durante los doce días, me di cuenta de que podía ver los sucesos de los últimos dos años bajo una luz totalmente diferente. En lugar de una serie de retrasos, cada oportunidad que se me había presentado había sido en realidad una evidencia de que el Amor divino, Dios, me estaba guiando; jamás había estado separada de Dios ni por un momento. Cada experiencia era una prueba de que toda idea buena funciona en armonía con cualquier otra idea buena. No hay conflicto ni un mal momento bajo el gobierno de Dios. Toda la frustración, la preocupación y los sentimientos respecto al tiempo imperfecto y la escasez desaparecieron por completo, y sentí mucha paz.
No mucho después de esto, el Cuerpo de Paz me invitó a una entrevista y finalmente me ofreció un trabajo. Cuando recibí la oferta, no suspiré aliviada ni pensé: “¡Por fin!”. En cambio, sentí gratitud y un claro sentido del amor de Dios por mí. Y el bien siguió fluyendo: Mis necesidades de vivienda antes de mi servicio en el Cuerpo de Paz fueron satisfechas por amorosos amigos de la familia; me pidieron que trabajara en el centro de educación al aire libre por otra temporada antes de mi servicio; y mucho más. Esta experiencia no solo me ayudó a ver el bien en cada experiencia que había tenido, sino que también fue un recordatorio de que la cronología funcionó perfectamente porque las ideas de Dios nunca pueden entrar en conflicto entre sí.
Mi confianza en Dios también se ha profundizado. Ahora sé que incluso si una respuesta aún no está clara para mí, el Amor divino está guiando cada paso adelante en mi carrera y en mi vida. Esto me ayuda a apartarme de sentirme perdida y frustrada y escuchar, en cambio, la dirección del Amor, que siempre está allí presente.
