Soy estudiante de la Ciencia Cristiana de toda la vida y he tenido muchas curaciones maravillosas. Hace unos cinco años, me mudé a una comunidad de jubilados, donde la preocupación por envejecer a menudo parece sombría y deprimente. Sin embargo, al confiar en la Ciencia Cristiana, desde entonces he tenido tres curaciones de problemas que popularmente se consideran deterioros físicos naturales relacionados con la edad.
Poco después de mudarme, durante un examen ocular de rutina, el optometrista me dijo que vio síntomas tempranos de degeneración macular. Me dijo que esta afección era bastante normal en las personas mayores y que no había cura, pero que ciertas vitaminas y cambios en la dieta podían retrasar la enfermedad.
Durante los días siguientes, reflexioné sobre el uso de esos métodos materiales. Entonces, recordé una curación de dolor de espalda crónico que había tenido hacía varios años. (La curación fue publicada en el Sentinel, November 5, 2007.) Esa curación me había ayudado a comprender cuán falsa es la suposición de que el cuerpo, o la materia, se deteriora a medida que envejecemos.
Las Escrituras afirman claramente en el Génesis que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios. Somos ideas, o expresiones, de Dios, la Mente divina, y una idea no puede envejecer o desgastarse. Sin embargo, es importante vernos de esa manera, porque hace una diferencia en cómo pensamos acerca de nosotros mismos. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy dice: “Abrazas tu cuerpo en tu pensamiento, y debieras delinear en él pensamientos de salud, no de enfermedad” (pág. 208).
Al reflexionar sobre esa curación del dolor de espalda, me convencí de que la afección ocular también podía sanar mediante la oración. Durante los siguientes dos años, cada vez que pensaba en el diagnóstico del optometrista, afirmaba que puesto que soy una idea de Dios, el Espíritu, mi verdadera vista es espiritual y no puede degenerarse. Llegó el momento en que tuve que renovar la receta de mis gafas. Al final de ese examen, el optometrista dijo: “Bueno, todo se ve bien”. Sin mencionar el diagnóstico anterior, le pregunté: “¿No hay ningún problema?”. El profesional, que era mucho más joven que yo, dijo: “No. De hecho, ¡desearía que mis ojos fueran tan buenos como los tuyos!”. Mi más reciente examen confirmó esto una vez más.
Luego, hace unos años, noté un zumbido periódico en mis oídos. Le mencioné esto a un amigo, quien dijo que era una condición común a medida que uno envejecía y que sería mejor que me acostumbrara. ¡De inmediato rechacé esa noción! El zumbido no me molestaba mucho, pero cada vez que lo notaba, afirmaba que no estaba a merced del tiempo y la cantidad de veces que la tierra había girado alrededor del sol. Entonces pensé en un relato de una mujer en Ciencia y Salud quien, en respuesta a una experiencia difícil, perdió toda cuenta del tiempo y literalmente dejó de envejecer (véase pág. 245). La Sra. Eddy resume este incidente explicando que “las imposibilidades nunca ocurren” y que “… la decrepitud no obedece a ninguna ley, ni es una necesidad de la naturaleza, sino una ilusión”. No sé exactamente cuándo se produjo la curación, pero varios meses después me di cuenta de que el zumbido se había detenido, y no ha regresado.
La tercera curación fue muy rápida. Siempre me ha gustado cantar y tengo una voz bastante fuerte, pero un día, mientras cantaba himnos en la iglesia, descubrí que no podía alcanzar ciertas notas como antes. Rápidamente me di cuenta de que las cuerdas vocales no sabían nada sobre la edad que tenían y que esto también podía sanarse. En cuestión de semanas, mi voz recuperó su plena fuerza. De hecho, ahora alcanzo cómodamente notas que antes habían sido difíciles.
Me encanta cómo sana la Ciencia Cristiana. Pero más que eso, me encanta cómo me ayuda a seguir creciendo en mi comprensión de Dios y de mí mismo como una idea perfecta de la Mente infinita. Cada curación ha sido un peldaño en la escalera ascendente de esta comprensión. Ciencia y Salud dice: “… el progreso es la ley de Dios” (pág. 233). Estoy humildemente agradecido por el progreso que he experimentado a través de mi estudio de la Ciencia Cristiana.
Rick Soulé
Surprise, Arizona, EE.UU.