Cuando me mudé a un alojamiento temporal, desde una casa en la que había vivido durante más de veinte años, de repente comencé a experimentar sentimientos de nostalgia, pérdida y profundo arrepentimiento por haber tomado la decisión de irme. A veces, esto parecía abrumador. No sabía cómo y cuándo encontraría un hogar más permanente. Si bien sabía a través de mi estudio de la Ciencia Cristiana que podía confiar en el buen plan de Dios, también sabía que tenía que comprender mejor este concepto.
Aunque vivía en el centro de la ciudad, estaba cerca de un portón que conducía a lo que llamé “el paseo por el bosque”. Tenía un camino sinuoso y crecían flores silvestres por todas partes: campanillas, ranúnculos, margaritas, prímulas y violetas, por nombrar algunas. Había petirrojos, verderones, mirlos, chochines, todos cantando su propia canción, aunque juntos en armonía. A menudo me detenía y me preguntaba acerca de toda esta belleza natural; cómo la Mente divina, Dios, cuidaba de todas las flores silvestres, y cómo todas las aves eran expresiones libres e individualmente perfectas de la Mente.
Nuestra Guía, Mary Baker Eddy, tenía un gran aprecio por la belleza y la naturaleza, lo cual expresó muy elocuentemente en sus escritos. En mis caminatas, tuve razones para pensar más profundamente acerca de algo que ella escribió en la página 240 del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La naturaleza proclama la ley natural y espiritual y el Amor divino. …” Estaba encontrando numerosas y dulces confirmaciones de la presencia del Amor. Lo que me vino al pensamiento fue cuán importante es notar conceptos espirituales en las cosas que nos rodean a través del sentido espiritual, que es “una capacidad consciente y constante de comprender a Dios” (Ciencia y Salud, pág. 209). Estoy aprendiendo esto cada vez más, y ahora tengo el cuidado (y el tiempo) para hacerlo. Mirar “hacia afuera y hacia arriba” es una buena manera de describirlo. Fue otro maravilloso recordatorio de lo que un querido practicista de la Ciencia Cristiana me dijo una vez: “Mantén tu visión elevada”.
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