Se podría decir que Cristo Jesús fue una especie de celebridad en su época. La gente acudía en masa a verlo. Algunos eran seguidores devotos. Otros lo buscaban por curiosidad. Cuando sanó a un hombre paralítico, había estado predicando a una gran cantidad de personas. Los amigos del enfermo lo bajaron hasta la habitación donde Jesús estaba a través del techo. Fue sanado rápidamente, y luego se levantó y se movió con libertad (véase Lucas 5:17-26). ¡Probablemente, algunos de los presentes gritaron de alegría!
¿Cómo se logró esa curación? Cristo Jesús, el Hijo de Dios, era de tal manera uno con Dios, el Padre, que debe de haber comprendido naturalmente que la enfermedad, en realidad, no tenía nada que ver con el hombre paralítico, ya que la Biblia nos dice que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios. La Ciencia Cristiana enseña que realmente lo que tenía que ser sanado no eran los músculos, huesos o nervios. En cambio, lo que se necesitaba era revertir el falso razonamiento que pretendía socavar la flexibilidad, el movimiento y el funcionamiento normal.
¿Estaba tal curación reservada sólo para Jesús? En una declaración en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, enfatiza nuestra capacidad para sanar y ser sanados: “El más alto representante terrenal de Dios, hablando de la capacidad humana para reflejar el poder divino, dijo proféticamente a sus discípulos, hablando no sólo para su tiempo, sino para todos los tiempos: ‘El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también’...” (pág. 52).
Cada número de esta revista contiene pruebas verificadas de curaciones realizadas de la manera en que Jesús enseñó, y como la explica Ciencia y Salud. Esto demuestra que todos somos capaces de pensar espiritualmente y orar con resultados sanadores. Un aspecto importante de esto es nuestra capacidad de razonar espiritualmente, con una receptividad que nos ayuda a aceptar, como hizo Jesús, que cada individuo es verdaderamente libre y completo. Tal razonamiento es posible para todos, lo que contrarresta cualquier creencia de que es necesario algún tipo de habilidad personal milagrosa para la curación.
El pensamiento espiritual y científico y la receptividad es la oración activa que comienza, acepta y saca conclusiones basadas en la totalidad, la unidad y la unicidad de Dios, el bien, y en el hecho de que cada niño, hombre y mujer refleja solo la bondad y la salud que Dios da. La oración que incluye el razonamiento espiritual es más que una perspectiva positiva; no se trata de mente sobre materia. Es espiritualmente científica en su premisa y conclusión; exactamente lo contrario de lo que los sentidos materiales tan a menudo presentan.
En la medida en que tú y yo aceptamos que expresamos solo a Dios, el Espíritu, vemos restauración y ajuste donde sea necesario. Esta elevación del pensamiento resulta en una transformación que revela e ilumina la coexistencia de nuestro Padre-Madre Dios y Su creación perfecta e inmortal.
No obstante, es necesario aferrarse a la evidencia del sentido espiritual; apegarse sistemáticamente al punto de vista espiritual y abstenerse de vacilar entre lo que revela la oración y lo que proyectan los sentidos materiales. Después de todo, el punto de vista basado en la materia pretende comenzar con un problema, descripciones de enfermedades, síntomas o un diagnóstico. Ya sea que la enfermedad parezca grave, no tan grave, crónica o incluso incurable, Ciencia y Salud tiene esto que decir: “La evidencia obtenida de los cinco sentidos físicos sólo se relaciona con la razón humana; y debido a la opacidad a la luz verdadera, la razón humana refleja de manera tenue y transmite débilmente las obras y palabras de Jesús” (pág. 117).
Una y otra vez, la propia Eddy demostró al sanar a otros lo que reveló en sus escritos. Las declaraciones a lo largo de Ciencia y Salud proporcionan lo que podría considerarse el “cómo hacerlo” para las enseñanzas de Cristo Jesús. El último capítulo del libro de texto de la Ciencia Cristiana, titulado “Los frutos”, incluye muchos testimonios que resultaron al poner en práctica sus enseñanzas.
Esencialmente, razonar espiritualmente comienza con Dios, el bien, y contribuye a ser testigo de la demostración de la Vida, la Verdad y el Amor divinos. Ciencia y Salud explica: “La razón, bien dirigida, sirve para corregir los errores del sentido corporal; pero el pecado, la enfermedad y la muerte parecerán reales (así como las experiencias del sueño mientras dormimos parecen reales) hasta que la Ciencia de la armonía eterna del hombre quebrante esas ilusiones con la inquebrantable realidad del ser científico” (pág. 494).
Recientemente, una mujer me llamó para solicitar un tratamiento mediante la oración en la Ciencia Cristiana. Ella creía que a cierta edad las mujeres experimentan una avalancha de síntomas incómodos asociados con “el cambio de vida” o la menopausia. Esta mujer estaba sintiendo la incomodidad asociada con esta condición.
Al orar desde una base espiritual y no intelectual, razoné que su bienestar, salud, plenitud —su ser intemporal— nunca podría experimentar la pérdida de su femineidad genuina ni el cambio de perderla o volverla a obtener. Nuestras oraciones estaban afianzadas en la verdad de que ella era la semejanza de Dios, perfecta y completa: ahora mismo y eternamente.
También razonamos con el hecho bíblico de que tanto los hombres como las mujeres incluyen únicamente las cualidades espirituales del hombre y la mujer de la creación de Dios y responden solo a ellas. Es útil comprender que nuestro ser incluye las que son consideradas cualidades masculinas, como la fuerza “paternal”, así como cualidades femeninas de ternura “maternal”. Un estudio en profundidad de la alegoría de Adán y Eva, en Génesis 2 y 3, nos ayudó a ver cómo la creencia de que vivimos en la materia en lugar del Espíritu perpetúa la noción de que las mujeres y los hombres están maldecidos y, por lo tanto, pueden sufrir problemas relacionados con el género, incluso dificultades hormonales desestabilizadores. Cuando identificamos esta creencia como una mentira, somos capaces de vencerla.
Al poco tiempo, la mujer llamó y dijo que se sentía como “nueva”. Los síntomas desaparecieron y no regresaron. Ella experimentó un sentido renovado de su naturaleza espiritual inviolable e inmutable y su plenitud como idea espiritual divina y preciada de Dios. La oración y el razonamiento espiritual la habían llevado a la convicción de la verdad del ser, incluida su identidad espiritual atemporal e inmutable.
Cuando aceptamos que la perfección es la única realidad y la reclamamos en nuestra vida diaria, somos capaces de experimentar la armonía a cada momento: solo la presencia del bien, sin falsas sugestiones de enfermedad u otras imposiciones sociales. Esta elevación del pensamiento, este razonamiento espiritual, celebra lo que en realidad ya es cierto. El poder del Cristo, que Jesús ejemplificó tan plenamente, está presente y se evidencia en la curación. Podemos percibir nuestra bondad espiritual, integridad, salud y bienestar genuinos, indestructibles y eternos. ¡Ahora!
