El primer versículo de la Biblia, “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”, en Génesis 1, sienta las bases para la verdad que Cristo Jesús enseñó a sus seguidores, demostró al sanar toda clase de enfermedades, y finalmente probó mediante su resurrección. Mary Baker Eddy descubrió la Ciencia detrás de las palabras y obras del Maestro, y registró fielmente su descubrimiento para que cualquiera pueda, a través del estudio y el esfuerzo persistente, probar en su propia experiencia la bondad de Dios, quien es todo Vida.
Un domingo por la mañana, después de asistir a un servicio religioso e ir de compras, descubrí al llegar a casa que la pantorrilla de mi pierna derecha estaba totalmente entumecida. Sin dudarlo, sin preguntarme si podría haber una causa para esto, rechacé la posibilidad de que cualquiera de las ideas espirituales de Dios, incluyéndome a mí, pudiera ser gobernada por otra cosa que no fuera lo bueno y lo correcto. Rehusé todo pensamiento que sugiriera que no podría terminar mi tarea de traer los comestibles o continuar con mis actividades habituales en casa.
Como soy octogenario, abordé mediante la oración cualquier sugestión de degeneración, negué que el envejecimiento del año calendario tuviera parte alguna en el universo de eternidad y fidelidad de Dios. También afirmé la verdad acerca de Dios y Su reflejo, el hombre, la cual había sido explicada durante ese servicio dominical. Dios es Espíritu, y Dios es infinito, el Único. Por lo tanto, la materia, lo opuesto al Espíritu, no es real; y los pensamientos que harían de la materia una realidad, incluida la enfermedad, no son verdaderos, porque no son de la Mente (Dios), que es el Espíritu y conoce sólo al Espíritu. El hombre es la expresión espiritual de esta Mente y sólo puede conocer el bien y ser bueno, porque Dios, el bien, es el único Ser: el Todo-en-todo.
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