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Inspirada espiritualmente y la curación instantánea

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 4 de mayo de 2023


¿Qué significa expresar la Mente insondable, Dios? Significa que el pensamiento es libre, ilimitado, infinito y está en constante expansión. Esta Mente inconmensurable es infinitamente vasta, sin principio ni fin. 

Mary Baker Eddy, la Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe: “Recordemos aquí que Dios no es el Alfa y la Omega del hombre y el universo; Él es supremo, infinito, el gran sempiterno, la Mente eterna que no tiene principio ni fin, ni Alfa ni Omega” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 267). Sin principio ni fin, la Mente está revelando continuamente su idea, el hombre, nueva y espontáneamente. Esta Mente divina y eterna llena todo el espacio, no obstante, se expande infinitamente. Es incesantemente activa.

Por lo tanto, es divinamente natural que el hombre, la idea de Dios, refleje esta Mente de la misma manera liberada: no confinada, ilimitada, sin restricciones. El hombre refleja la inmensidad e inconmensurabilidad de la Mente divina, porque el hombre es el pensamiento espontáneo de Dios. La Mente divina y eterna se expresa en la acción incesante, o creación. Esta expresión, que se ve en el hombre —la creación de Dios— no está limitada por la creencia material y su manifestación. Más bien, el hombre es ilimitado en su expresión de Dios, el bien, y esto incluye inspiración espiritual y espontaneidad. Es natural que estas cualidades emanen de la Mente divina hacia Su idea, el hombre, ya que son cualidades de la Mente, el Alma, el Espíritu. Por lo tanto, la Mente insondable, Dios, la fuente misma del pensamiento, la inspiración y la espontaneidad del hombre, es también la fuente de la individualidad del hombre.

Sin embargo, a veces parece que somos seres limitados, a menudo irreflexivos. Que nos quedamos atrapados en una rutina, o empantanados en la materia, en patrones de pensamiento habituales, no espontáneos, basados en la materia. Que formulamos nuestras acciones, hacemos las cosas de memoria, o no escuchamos o seguimos la dirección divina. Esto es exactamente lo contrario de la expresión de Dios. Estas falsas pretensiones deben ser confrontadas científicamente y con la oración si queremos vencerlas y expresar al hombre verdadero de la creación ilimitada de Dios.

Aquí es donde la parábola de Cristo Jesús del sembrador ha sido tan útil para mí, particularmente Mateo 13:5. En este versículo Jesús define un estado de pensamiento que no crece profundamente porque la semilla de la verdad ha caído en tierra poco profunda. Dice: “Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra”.

Me resulta útil preguntar si le estoy dando a la semilla de la verdad un suelo profundo o poco profundo. ¿Qué significa darle un suelo profundo en el cual crecer y dar fruto? Para mí significa pensar profundamente, espiritualmente, y captar el significado más elevado de Dios, el Cristo, el hombre, la curación y la demostración. Expresar a la Mente insondable de una manera espiritualmente inspirada y espontánea, y dejar de lado todo pensamiento material rutinario. Significa alejarse de los hábitos irreflexivos; de cualquier cosa que se haga sin un razonamiento espiritual claro y activo o un propósito y reflexión que hayan venido de Dios. 

Cuando expresamos la única Mente, somos divinamente inspirados y espiritualmente espontáneos al responder con nuestra oración a las creencias falsas y mortales. ¡Escuchamos soluciones de Dios que son frescas, renovadoras y redentoras! Sentimos el poder divino del carácter ilimitado de Dios siempre presente en el pensamiento y la acción, y lo sentimos instantáneamente.

Parte del desafío en el mundo de hoy es el flujo constante de información. Como resultado, es posible que hayamos adoptado una forma de pensar menos profunda, una forma de oración más establecida. La mentalidad espiritual no se desarrolla mediante repeticiones rutinarias o hábitos, palabras o pensamientos sin sentido formulados e irreflexivos. Para desarrollar un pensamiento más espiritualizado es necesario pensar más profundamente, tener un razonamiento cristianamente científico, escuchar con humildad y una conciencia espiritual. Requiere que oremos y seamos trabajadores y observadores sistemáticos, y no nos neguemos a nosotros mismos la profunda comprensión de esta Ciencia, con su concomitante demostración.

Hay una diferencia entre ser apenas habitualmente irreflexivos y ser sistemáticos en nuestro trabajo en la Ciencia Cristiana. Razonar científicamente de una manera sistemática implica sumergirse profundamente y con regularidad en las Lecciones Bíblicas semanales del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, las Escrituras, el libro de texto de la Ciencia Cristiana y otros escritos de nuestra Guía. Implica orar por nosotros mismos a diario, identificarnos como el hombre que Dios creó y afirmar con regularidad nuestra perfección como hijos de Dios. Para obtener una nueva perspectiva de nuestra relación con Dios se requiere una oración y estudio constantes y disciplinados. Esto trae inspiración espiritual y espontaneidad, eleva el pensamiento y sana.

En el Glosario del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, la Sra. Eddy define el desierto primero como “Soledad; duda; tinieblas”, luego como “Espontaneidad de pensamiento e idea; el vestíbulo en el que el sentido material de las cosas desaparece, y el sentido espiritual revela las grandes realidades de la existencia” (pág. 597). Esto ilustra que el pensamiento científico espontáneo puede convertir cualquier desierto de soledad, duda u oscuridad en una oportunidad para despojarse del sentido material y aceptar “las grandes realidades de la existencia”, vistas a través del sentido espiritual como la realidad aquí y ahora.

Hace muchos años, estaba almorzando con unas amigas, cuando de repente me enfermé. Me disculpé y fui al baño, donde sentí como si estuviera perdiendo el conocimiento. En el último segundo, una de mis amigas entró y me preguntó si necesitaba algo. “¡Ora!” fue todo lo que pude decir. Ella aceptó darme tratamiento en la Ciencia Cristiana y se fue. 

¡La puerta del baño ni siquiera se había cerrado por completo cuando sané instantáneamente! Me repuse, me lavé y estaba pisándole los talones a mi amiga siguiéndola a nuestra mesa. Comí un almuerzo completo y nunca tuve otro momento de incomodidad. 

El espontáneo pensamiento espiritual e inspirado de mi amiga captó de inmediato la irrealidad de la enfermedad, tan contraria al Espíritu, el bien divino. Y fui instantáneamente renovada, restaurada y sanada. Como resultado de nuestro estudio diario regular de la Biblia y Ciencia y Salud, en el que ambas habíamos dedicado tiempo y pensamiento a aprender más sobre la Mente y su idea, cuando surgió la necesidad, estábamos listas con la comprensión profunda, sólida y espiritualmente arraigada, así como con la receptividad, necesarias para que se produjera una curación muy rápida. 

La Sra. Eddy señala el camino hacia la curación espontánea cuando dice: “¿Quién sabe cómo hablan con elocuencia los labios vacilantes, cómo se inspiran los corazones, cómo la curación se vuelve espontánea, y cómo la Mente divina es comprendida y demostrada? Sólo conoce estas maravillas aquel que se está apartando de la esclavitud de los sentidos y está aceptando la verdad espiritual —aquello que bendice su adopción mediante la purificación de la alegría y el rechazo del pesar” (Escritos Misceláneos 1883–1896, págs. 100-101).

A medida que expresamos a la Mente insondable, Dios, expandimos nuestra visión espiritual y nuestras capacidades más allá de la mortalidad al pensamiento espiritualmente espontáneo de Dios y del hombre. Al abandonar el formalismo inútil y las vanas repeticiones, y liberarnos de los hábitos de estudio meramente superficiales, aprendemos quiénes somos como la imagen espiritual de Dios. Y encontramos una curación completa e instantánea, con todas las glorias que Dios y el hombre incluyen.

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