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La oración abnegada ayuda y sana

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 16 de enero de 2023


Mi esposa llegó a casa un día con la noticia de que muchas personas en su trabajo recientemente habían dado positivo a COVID-19. Mi lugar de trabajo, una escuela, estaba experimentando lo mismo. Muchos estudiantes y maestros estaban ausentes. Había temor y preocupación de que todos fueran cada vez más vulnerables debido a las nuevas variantes del virus.  

Fue entonces que intensifiqué mis oraciones en respuesta a la pandemia mundial. Me volví más devotamente a Dios, el Amor divino, en oración y protegí más conscientemente mis pensamientos del temor. El tema de la enfermedad estaba en todas partes. Tenía presente la magnitud del problema, por lo que silenciar la charla desalentadora o antagónica en la televisión o en línea era parte de mi esfuerzo de orar para mantenerme consciente del perdurable cuidado de Dios. También sentí que mis oraciones estaban abordando proactivamente la creencia común de que todos estábamos condenados a sufrir.

Entonces, una noche, me sentí terrible. Tenía los mismos síntomas que las noticias habían estado informando. Continué orando, sabiendo que solo hay una Verdad, una Vida: Dios, el bien. En obediencia a las políticas de mi escuela, llamé al director y me aconsejaron que me hiciera una prueba de COVID. Di positivo al virus, así que el director me pidió que me mantuviera fuera de la escuela diez días. Ni por un instante sentí que la oración me había decepcionado. Había tenido muchas curaciones a través de la Ciencia Cristiana, y sabía con certeza que Dios cuidaba de mí en ese momento; no debía tener miedo. Continué volviéndome totalmente a Dios en oración. Sabía que una prueba y sus resultados no definían mi salud o mi verdadero ser como hijo de Dios. 

En vez de sentirme agobiado por la necesidad de aislarme o considerar que la permanencia en casa era una molestia, abracé mi ausencia como un momento para orar por mí, mi familia, mi comunidad y el mundo. También lo vi como una oportunidad para refutar la sugestión de que una pandemia podía derrocar la autoridad de Dios, el Amor. 

En una lección bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, leí el siguiente pasaje de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy: “La enfermedad no es una inteligencia capaz de disputar el imperio de la Mente o destronar la Mente y tomar el gobierno en sus propias manos. La enfermedad no es un poder material dado por Dios, ni constituido por sí mismo, que contiende con astucia con la Mente y finalmente la conquista. Dios jamás dotó a la materia con poder para invalidar la Vida o helar la armonía con una larga y fría noche de discordancia” (pág. 378).

Oré para ver que la enfermedad, y específicamente una pandemia, no tenía inteligencia. Nunca fue creada por Dios, por lo que no podía tener poder. Era, en cambio, una sugestión agresiva de que la enfermedad, la discordia y el dolor eran reales y estaban presentes. Esta sugestión se puede ver como la perspectiva errónea de que el poder todopoderoso y la totalidad de Dios no cuentan para nada. ¡Pero eso no es cierto! La sugestión de una enfermedad desenfrenada no tiene poder propio, y no puede interrumpir el gobierno permanente de salud y bondad de Dios.

Este razonamiento espiritual calmó mis temores, y me volví más consciente de estas ideas sanadoras. Al día siguiente, me sentí perfectamente bien. Aunque no pude regresar al trabajo de inmediato debido a la política de mi escuela, mi oración continuó en casa. Lo expandí como una protección para todos aquellos que viven conmigo, mis compañeros de trabajo y otros en mi comunidad, sabiendo que todos se beneficiaban de la clara verdad de que Dios es Todo y, por lo tanto, la enfermedad no tiene poder. Los otros miembros de mi casa no tuvieron ningún síntoma, y estaban en perfecto estado de salud mientras seguíamos los mandatos de COVID.

Estuve feliz de regresar al trabajo de acuerdo con los protocolos del distrito, y me alegró asegurarles a mis estudiantes y compañeros de trabajo que todo estaba bien. Estoy muy agradecido por la Ciencia Cristiana, por su clara revelación de la totalidad de Dios. Es reconfortante saber que cualquiera que sea la prueba que enfrentemos, Dios ama, provee y cuida de cada una de Sus ideas espirituales, y la salud y la armonía son naturales y están siempre presentes.

Jeff Peake
Harrisonburg, Virginia, EE.UU.

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