Una noche, hace unos años, durante un momento difícil no mucho antes de la muerte de mi mamá, estaba caminando, sintiéndome sin apoyo y compadeciéndome de mí misma. Fue entonces que, mientras admiraba algunas luces navideñas, di un paso en falso y me caí, torciéndome el tobillo. Esto ocurrió a cierta distancia de mi casa, y no tenía mi teléfono celular conmigo.
Tenía algo de dolor, pero me puse de pie y seguí caminando, lentamente al principio. Al recurrir a Dios, la verdad me vino rápido al pensamiento como si Él me estuviera hablando directamente: “¿Necesitas algo más que el apoyo que te doy? Estoy contigo siempre, brindándote todo lo que necesitas”. Este hecho espiritual fue como una luz brillante que atravesó la oscuridad mental que había estado sintiendo. Regresé a casa de mi caminata sin dolor ni hinchazón en el tobillo.
Cuando mi madre falleció un par de días después, sentí el tierno amor de nuestro Padre-Madre divino apoyándome. Ese fin de semana, mi escuela de danza tuvo dos actuaciones importantes, y pude supervisarlas con todo éxito, sintiéndome animada por la gracia de Dios.
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