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La práctica de la Ciencia Cristiana y la ley sobre la atención a la salud: Mi travesía hasta ahora

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 20 de abril de 2023


Comencé a estudiar la Ciencia Cristiana en un momento de mi vida en que necesitaba respuestas. Acababa de graduarme de la facultad de derecho y acepté un trabajo para una agencia del gobierno de los Estados Unidos, y me sentía poco preparada e intimidada por el trabajo. Aunque comencé a experimentar curaciones rápidas en la Ciencia Cristiana, había algo que realmente me confundía. Se relacionaba con el aparente conflicto entre lo que se me pedía que hiciera profesionalmente y lo que estaba aprendiendo sobre la naturaleza espiritual y totalmente buena de Dios.

Mi trabajo consistía en manejar casos contra proveedores de atención a la salud, entre ellos casos de abuso y negligencia de pacientes, así como casos de fraude y mal manejo de fondos gubernamentales en el contexto de la atención a la salud. Esto significaba que pasaba mucho tiempo revisando los registros médicos de los pacientes y argumentando en la corte que las personas habían sido perjudicadas. Estaba aprendiendo que confiar solo en la oración y la aplicación de las enseñanzas de Jesús podía sanar por completo todo tipo de problemas, incluidas las necesidades de salud. Entonces, como nueva estudiante de la Ciencia Cristiana, me preocupaba que estas ideas estuvieran en conflicto con los principios médicos que debía aplicar en mi vida profesional. 

Mi reacción inicial a este problema fue huir. Comencé a solicitar puestos en otras áreas de la práctica legal, pero fue en vano. Mientras tomaba un curso de dos semanas sobre la curación en la Ciencia Cristiana, compartí este dilema con mi maestra. Ella sugirió que hiciera mi trabajo lo mejor que pudiera y con compasión, y confiara en que Dios, el Amor divino, proporcionaría las respuestas necesarias. ¡Esta fue una llamada de atención para comenzar a orar! 

Obtuve una importante vislumbre durante una conversación con mi madre. La llamé una noche después del trabajo, molesta por un caso que estaba manejando. Mi madre, que también era Científica Cristiana, sabía que yo era una ávida lectora. Me preguntó si alguna vez creería que los sucesos en una novela eran reales. Le respondí: “Por supuesto que no. Sé que una novela es una obra de ficción”. Ella respondió: “Entonces, ¿por qué creerías que lo que lees en los archivos de tu caso es real, cuando conoces la verdad sobre Dios y Su creación, que nuestro Padre-Madre Dios nos hizo a cada uno de nosotros a Su imagen y semejanza, totalmente espirituales y buenos, y que eso no ha cambiado?”. 

Esta pregunta fue una revelación para mí. Me di cuenta de que podía reemplazar mentalmente los “hechos” que estaba leyendo en mis archivos con lo que sabía que era espiritualmente cierto sobre todas las personas envueltas en estas situaciones difíciles. Esto me trajo mucha más calma y paz, y noté que muchos de mis casos se resolvieron de maneras inesperadas que sirvieron a la justicia y bendijeron a los interesados.

También me sumergí profundamente en el registro del ministerio de Jesús. Él sanó todo tipo de dolencias, muy a menudo estando en medio de personas que dudaban de sus enseñanzas y lo acusaban de no adherirse a la ley judía. Le dijo a un hombre con una mano seca que la extendiera, y fue sanada inmediatamente, allí mismo en medio de la sinagoga (véase Mateo 12:9-13). Con respecto a esta y sus otras obras de curación, Mary Baker Eddy escribe que Jesús “exigió un cambio de consciencia y de evidencia, y efectuó este cambio mediante las leyes superiores de Dios” (La unidad del bien, pág. 11). Para mí, esto sugiere que Jesús estaba absolutamente convencido de que la ley divina de que Dios nos hizo espirituales, completos y perfectos era la única ley en operación. 

Otro aspecto importante de la conducta de Jesús en esta situación fue que aparentemente no tenía miedo, aunque estaba rodeado de personas con una visión muy diferente de las cosas. Uno de los desafíos que a menudo enfrenté profesionalmente fue que estaba rodeada de personas que eran buenas, honestas y bien intencionadas, pero que tenían una visión de las cosas orientada hacia la materia. ¿Cómo podía mi oración en la Ciencia Cristiana hacer una diferencia cuando estaba constantemente enfrentada con creencias y prácticas médicas? 

Esas palabras de la Sra. Eddy me ayudaron a ver que realmente no había ninguna batalla. Si Dios es la única Mente, y si esa Mente es puramente espiritual y la única fuente del ser y la acción, entonces no hay lugar para que ninguna otra mente influya, actúe o incluso exista. Al reflexionar sobre las experiencias de Jesús, pude ver claramente que demostraron que “en la Ciencia divina, Dios es Uno y Todo; y al gobernarse a Sí mismo, gobierna al universo” (Mary Baker Eddy, Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 258).

Una experiencia que tuve realmente explicó todo esto. Una noche, me caí, golpeándome la cara contra el poste de la cama y lesionándome gravemente la nariz. Aunque la vendé antes de ir a trabajar, estaba preocupada porque ese día tenía una reunión con dos enfermeras con licencia, que pensé se preocuparían por mi apariencia. Pero sabía que Dios estaba conmigo, gobernando cada aspecto de mi pensamiento y el de ellas. Nadie dijo nada sobre mi nariz vendada durante nuestra reunión. Continué orando durante todo el día, y cuando me quité el vendaje esa noche, descubrí que estaba completamente sana. 

Al día siguiente, una de las enfermeras que se había reunido conmigo vino a mi oficina. Al verme, exclamó: “¿Qué hiciste?”. Ella dijo que había notado la lesión en mi nariz, pero que “no parecía correcto decir algo”. Aproveché la oportunidad para contarle sobre la Ciencia Cristiana y cómo había orado y sido sanada. Ella salió de mi oficina aceptando que Dios hace cosas maravillosas y afirmando la eficacia de la oración.

He estado aprendiendo que mi verdadera tarea es “caminar por encima de, no dentro de ni con las corrientes de la materia, o sea la mente mortal” (La unidad del bien, pág. 11). 

Todas las pretensiones del materialismo envuelven la aseveración de que hay algo aparte de Dios. Jamás creceré espiritualmente si trato de evitar estas pretensiones. En cambio, puedo pensar y actuar de acuerdo con la ley divina de que Dios, el bien, es Todo.

Aunque hoy estoy en un trabajo diferente —uno que envuelve apoyar asuntos de la ley de atención a la salud en nombre de la Iglesia de Cristo, Científico— sigo confiando en Dios y poniendo en práctica lo que estoy aprendiendo en la Ciencia Cristiana, y me encanta.

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