Un artículo del New York Times, “No way to grow up” (No es la manera correcta de crecer) (David Leonhardt, January 4, 2022), sirve como una de las numerosas llamadas de atención para revertir el impacto de la pandemia en nuestras escuelas y niños, entre ellas, la pérdida de aprendizaje, el aumento de la violencia armada, los desafíos en la salud mental y el aislamiento. El artículo cita al presidente de la Unión Nacional de Padres de Familia cuando dijo: “Lo que los padres y las familias están pidiendo a gritos en primer lugar es estabilidad”. Realmente, hoy en día se anhela estabilidad en muchos ámbitos de la vida en todo el mundo: una fortaleza y permanencia que se pueda encontrar incluso en medio de grandes cambios o agitación.
La estabilidad es un tema común de muchos escritores de la Biblia, que escribieron en tiempos tumultuosos sobre la estabilidad, la serena confianza y el progreso obtenidos al comprender que Dios es el poder supremo, muy superior a los llamados poderes conflictivos de la época. En los Salmos leemos: “Verdaderamente mi alma espera silenciosamente en Dios; de Él viene mi salvación. Él sólo es mi roca y mi salvación; Él es mi defensa; no seré muy conmovido” (62:1, 2, New King James Version). Edificando sobre la Roca a la que se hace referencia en las enseñanzas de los escritores de la Biblia, nos mantenemos seguros con Dios como nuestra fuente incesante de paz, firmeza y poder imperturbables.
Cuando las cosas que hemos apreciado están inestables, cambian, son cuestionadas o debatidas, o incluso perdidas, encontramos que la misma Roca salvadora que encontró el salmista —el fundamento eterno y espiritual del Amor divino, Dios— todavía está presente.
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