Cuando era un niño pequeño, contraje una enfermedad grave que nuestro médico no podía diagnosticar y, por lo tanto, se sentía incapaz de tratar. Por recomendación suya, mis padres me llevaron al hospital local, donde se realizaron pruebas adicionales, pero sin resultados concluyentes.
Recuerdo estar acostado en una sala de cuidados intensivos y ser alimentado por vía intravenosa mientras los médicos y enfermeras trataban sin éxito de bajar mi temperatura. Después de dos días sin progreso, le pidieron a mi madre que se quedara conmigo durante la noche. Debido a que generalmente a los padres se les hacía esta solicitud solo cuando el personal médico no esperaba que el niño sobreviviera la noche, ella tenía miedo. En ese estado mental, llamó a su madre, mi abuela.
Mi abuela recientemente había comenzado a estudiar la Ciencia Cristiana, y mis padres la habían ridiculizado por ello. Pero durante esta llamada, le dijo a mi madre algo como: “Tu hijo está bajo atención médica, pero necesitas sanar el miedo que te está controlando”. Luego le pidió permiso a mi mamá para llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para que le diera tratamiento mediante la oración en la Ciencia Cristiana a mi mamá, quien respondió: “¡Sí, cualquier cosa que pueda ayudar!”.
Después de dejar el teléfono, mi mamá sintió que necesitaba “hacer algo religioso”, ya que alguien estaba orando por ella. Encontró una Biblia en un cajón al lado de mi cama, la abrió y comenzó a leer. Sintió que sus miedos se calmaban y se durmió. Cuando se despertó a la mañana siguiente, una enfermera le dijo que mi temperatura era normal. Mi mamá simplemente dijo: “Lo sé”. Fui sanado. Semanas después, el personal del hospital determinó que había tenido una enfermedad rara que podría haber sido fatal.
No obstante, esa curación por sí sola no hizo que mis padres comenzaran a estudiar la Ciencia Cristiana. Durante varios años habíamos estado asistiendo a una iglesia de otra denominación cristiana, cuya Escuela Dominical tomaba un descanso de verano como las escuelas regulares. Cuando mi abuela vino a visitarnos y vio que mi hermana y yo no íbamos a la Escuela Dominical, se ofreció a llevarnos a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, y mis padres estuvieron de acuerdo.
Esa semana, el tema de la Lección Bíblica semanal del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana era “¿Evolucionó el universo, incluso el hombre, mediante fuerza atómica?” Mi maestra de la Escuela Dominical, al darse cuenta de que yo no sabía nada de la Ciencia Cristiana, se tomó el tiempo para explicar algunas cosas, incluso que la Ciencia Cristiana había sido descubierta hacía casi cien años por una mujer llamada Mary Baker Eddy, y que la Sra. Eddy había elegido los temas de las Lecciones Bíblicas. Al estar en la escuela primaria durante los momentos más oscuros de la guerra fría y habiendo pasado por simulacros de “agacharse y cubrirse” por posibles ataques con bombas atómicas, estaba incrédulo. Le pregunté: “¿Cómo pudo la Sra. Eddy saber acerca de la fuerza atómica tanto tiempo antes de que se usara?”. La maestra respondió con claridad y confiadamente a todas mis preguntas.
Después de que mi hermana y yo llegamos a casa ese día, les pedimos a nuestros padres que nos llevaran a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana todas las semanas. Nuestros padres continuaron asistiendo a su iglesia, pero las dos iglesias estaban a solo una cuadra de distancia, por lo que nuestros padres podían dejarnos en la iglesia de la Ciencia Cristiana. Después de asistir a su propio servicio religioso, nos recogían de camino a casa.
Nuestros padres comenzaron a preguntarnos qué estábamos aprendiendo en nuestra nueva Escuela Dominical, y se interesaron. Creo que la curación que había tenido antes fue un factor en esto. Pronto comenzaron a investigar profundamente la Ciencia Cristiana y comenzaron a asistir a la iglesia filial local, y todos nos convertimos en estudiantes de la Ciencia Cristiana.
En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, la Sra. Eddy proporciona esta definición espiritual de niños: “Los pensamientos y representantes espirituales de la Vida, la Verdad y el Amor” (pág. 582). Nuestra familia ciertamente encontró que eso era cierto. Pronto nuestra familia creció para incluir a dos niños más. También enfrentamos nuevos desafíos, pero cada uno nos acercó más y nos hizo dedicarnos más a nuestro estudio de la Ciencia Cristiana.
Ciencia y Salud afirma: “Siempre comienza tu tratamiento apaciguando el temor de los pacientes. Silenciosamente asegúrales de su exención de enfermedad y peligro. Observa el resultado de esta simple regla de la Ciencia Cristiana, y encontrarás que alivia los síntomas de toda enfermedad. Si logras eliminar el temor por completo, tu paciente es sanado” (pág. 411-412). La curación espiritual se evidenció por primera vez en nuestra familia al eliminar el miedo de la madre en lugar de centrarse en la condición física del niño. Más tarde, nuestra familia tuvo curaciones de sarampión, paperas, efectos de accidentes, lesiones relacionadas con el deporte, problemas con nuestras mascotas y otros desafíos.
Esta historia tiene un bonito epílogo. Después de completar la escuela de posgrado y comenzar a trabajar a tiempo completo, tomé instrucción de clase de la Ciencia Cristiana, un curso profundo sobre la curación en la Ciencia Cristiana impartido por un maestro autorizado. Una noche, poco después de haber completado este curso, mi abuela llamó, llorando. Ella dijo que mi tío estaba en el hospital con un bloqueo intestinal doloroso que según los médicos no podía resolverse sin cirugía, la cual estaba programada para la mañana siguiente.
Su temor era tangible, y tal como le había dicho a mi madre más de veinte años antes, le dije algo en el sentido de: “Tu hijo está bajo atención médica, pero necesitas sanar el miedo que te está controlando”. Me ofrecí a orar con ella, toda la noche si era necesario, y comencé a trabajar para calmar el miedo. Al día siguiente, mi abuela llamó para decir que antes de la cirugía, el personal médico había tomado otra radiografía, no encontró más obstrucción y canceló la operación.
Estos dos casos de curación física que resultaron de superar el temor son prueba de que las leyes espirituales descubiertas y reveladas por nuestra querida Guía, Mary Baker Eddy, son verdaderas y eficaces. Estoy muy agradecido de que me hayan dado la Ciencia Cristiana.
