¡Irlanda es un lugar genial! En el campo hay ovejas que deambulan por las colinas, gente amable en la ciudad y muchas cosas divertidas que hacer.
Había viajado con algunos amigos de la escuela a Irlanda desde mi casa en los Estados Unidos, y la estaba pasando muy bien con ellos en la campiña irlandesa. Todos nos alojábamos en una casa grande. A nuestro alrededor había granjas de ovejas, montañas y verdes colinas ondulantes.
Sin embargo, un día, mientras jugaba con mis amigos, salté y me lastimé gravemente el tobillo. Me resultaba difícil caminar.
Durante unos días, hice todo lo posible para seguir adelante. Pero me dolía cada vez más el tobillo. Entonces decidí orar al respecto. Crecí aprendiendo sobre la Ciencia Cristiana, así que sabía que volverse a Dios siempre es útil.
Me acosté en mi cama y acallé realmente mis pensamientos. En la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana aprendí que es útil estar callada cuando oro para poder escuchar todas las cosas buenas que Dios me dice.
Mientras escuchaba a Dios, sentí que debía mirar por la ventana de mi habitación. Noté un grupo de ovejas corriendo en círculos alrededor de un granjero que acababa de salir. Llevaba un cubo lleno de comida. Las ovejas estaban muy felices de verlo, y saltaban a su alrededor. ¡Fue tan lindo!
Me di cuenta de que el granjero y sus ovejas eran algo así como Dios y yo. Dios cuidaba de mí, y yo, como las ovejas, estoy muy feliz y agradecida por Dios. Nada podía quitarme mi alegría; ni siquiera un tobillo lastimado. Dios estaba allí mismo conmigo.
Sabía que Dios me había mostrado cuánto me ama al hacerme mirar por la ventana. Y ver a las ovejas y al granjero también me hizo sentir amada, como si Dios me estuviera envolviendo en una cálida manta de lana.
Descansé un poco más, luego me levanté para reunirme con mis amigos. A medida que avanzaba el día, mi tobillo no me dolía tanto. Seguí pensando en las ovejas y el granjero, y me recordé a mí misma que Dios, mi Pastor, cuidaba de mí.
¡Mi tobillo mejoró mucho tan rápido! Incluso caminé por una montaña al día siguiente. Con cada paso que daba, podía sentir que Dios cuidaba de mí. Y después de esa curación, continué muy contenta por el resto de mi estadía en la hermosa Irlanda.