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Quemaduras por productos químicos sanadas

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 10 de abril de 2023


En mi empleo anterior, supervisaba la distribución y el manejo de productos químicos industriales en varias fábricas y enseñaba a las personas en las plantas a usar estos productos correctamente. Por lo general, eran entregados en grandes contenedores por semirremolques, luego se distribuían a través de sistemas automatizados; por lo que nunca tenía que manipular los productos químicos. Pero un día, una empresa pequeña necesitaba los productos mezclados a mano de contenedores más pequeños de cinco galones. Con precaución, procedí como era necesario para realizar la tarea, pero uno de los contenedores se me escapó de las manos y cayó al suelo, y el contenido me salpicó la cara y los brazos. 

Consciente de las numerosas advertencias sobre tales sucesos y cómo responder a ellos, fui al pequeño fregadero en la sala de calderas y me eché agua en la cara y los brazos. 

También afirmé para mí misma de inmediato que, por ser una idea pura y perfecta de Dios, nunca podía ser amenazada o dañada ni estar temerosa de un peligro inminente. El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, nos dice: “Admitir para uno mismo que el hombre es la propia semejanza de Dios, libera al hombre para dominar la idea infinita” (pág. 90). Eso era exactamente lo que estaba haciendo: admitir mi propia individualidad espiritual en Dios, no sujeta a las pretensiones de la materia, sino gobernada por el poder infinito del Amor divino.

Por ser una imagen espiritual de Dios, el bien, perfectamente sostenida, sabía que estaba tan a salvo y era tan pura y perfecta como Dios siempre había sabido que era. Ningún accidente podía tocar la perfección de la creación de Dios, que yo sabía que era. Además, podía saber o experimentar sólo lo que Dios sabe, y Dios no podía conocer o aprobar el peligro o un percance. Sentí muy claramente que un accidente no tenía ningún poder para estar en la presencia del Amor infinito, Dios. Una declaración de Ciencia y Salud me vino muy fuertemente al pensamiento: “Ningún poder puede resistir el Amor divino” (pág. 224).

Con una maravillosa certeza de paz, procedí a terminar el tratamiento del equipo que había comenzado, incluido todo el papeleo necesario relacionado con el estado del equipo. Después de completar el trabajo, me subí a mi auto y me fui, pero muy pronto sentí un intenso ardor en las piernas. Al mirar hacia abajo, me di cuenta de que la sustancia química las había salpicado también, lo que no había notado antes, y había empapado mis pantalones.   

Por un breve momento, el miedo amenazó con apoderarse de mi paz y socavar la confianza que había sentido de que todo estaba bien. Sin embargo, rápidamente exclamé, con insistencia y en voz alta: “¡No! No, no seré engañada para aceptar la mentira que ya he negado y descartado con la verdad de mi ser”.

El accidente o daño no tenía cabida en mi consciencia. Al instante vi con perfecta claridad la nada de la mentira y la absoluta totalidad y presencia de la Verdad y nada más. En ese momento, con esta comprensión clara y profunda, ¡realmente me reí a carcajadas!

Me reí con alegría por el reconocimiento de la omnipresencia de la Verdad y la falta de presencia del mal, o la nada. Me reí con gratitud por mi ser espiritual y mi unidad con Dios como se comprende a través de la Ciencia Cristiana.

Con eso, toda sensación de ardor desapareció por completo. Conduje los noventa y seis kilómetros a casa absolutamente llena de alegría y gratitud por percibir la presencia infinita de Dios que gobierna todo. La curación fue completa y ha permanecido así. Esta fue una prueba muy clara de que estamos afianzados con seguridad en nuestro fundamento espiritual, Dios, la Verdad divina, en cada actividad o evento. 

Un poema de la Sra. Eddy me habla muy claramente acerca de la fiabilidad de nuestro fundamento espiritual:

Me asienta firme la Verdad
en roca fiel,
se estrella el bronco vendaval
en su poder.
(Escritos Misceláneos, pág.397).

Al avanzar con seguridad sobre nuestro fundamento espiritual, nuestra roca de la Verdad, sabemos que ninguna amenaza airada ni un “bronco vendaval” de ninguna fuente puede tocar nuestro ser, creado y sostenido por Dios. 

Gayle Weber
Creston, Ohio, EE.UU.

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