Hace unos años tuve una experiencia que me demostró el poder de la Palabra viva de la Biblia y el hecho de la relación inseparable del hombre con Dios. Aquella mañana, cuando salí a caminar para orar y pasear al perro como hago habitualmente, todavía estaba oscuro. Al atravesar un área donde no había luces en el camino, mi perro se sobresaltó por algo y me hizo perder el equilibrio. Tropecé y caí pesadamente sobre mi brazo y hombro.
Exclamé en voz alta que todo estaba bien. Era tentador preguntarme cómo y por qué había sucedido esto y qué pasaría a continuación, pero en la Ciencia Cristiana he aprendido a tomar posesión de cada pensamiento e insistir inmediatamente en mi verdadero estado como la idea espiritual y perfecta de Dios.
Al instante me vino un pasaje de la Biblia: “El Señor será tu confianza, y guardará tu pie de ser apresado” (Proverbios 3:26, LBLA). Esto indicaba el poderoso hecho espiritual de lo que realmente estaba sucediendo en ese mismo momento: que nada podría sacar jamás mi pie de debajo de mí. Refutó completamente todos los argumentos opuestos que se presentaron, como “El perro tiró de la correa y te hizo perder el equilibrio” y “La acera estaba desigual y tropezaste”.
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