La espiritualidad no es sinónimo de pobreza. De hecho, la espiritualidad va de la mano con la prosperidad.
Jesús nos asegura: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12:32). ¡Qué reconfortante es saber que se nos ha dado el reino de los cielos, no simplemente una pequeña choza en lo profundo del bosque!
Cuando estudiamos con detenimiento la profunda espiritualidad que enseñó Jesús y contienen los Evangelios, hallamos que sus enseñanzas tienen una respuesta precisa a las dificultades financieras que podemos encontrar. Encontramos una respuesta satisfactoria al temor a la carencia.
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