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Repentino dolor en el pie es sanado

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 31 de julio de 2023


Una noche, al levantarme de una silla, sentí un preocupante dolor en la planta del pie, y no pude poner ningún peso sobre ese pie. 

Algunos pensamientos temerosos revolotearon por mi mente, incluida la preocupación de cómo llegaría al trabajo al día siguiente. Pero sabía por experiencia que entretener pensamientos temerosos no trae felicidad ni salud. En cambio, volverse a Dios en oración trae descanso y la curación de situaciones discordantes, incluidos los desafíos físicos. 

Así que decidí no irme simplemente a la cama y aceptar que mi pie siguiera dolorido. Me senté a orar, afirmando que Dios es la fuente de mi ser y que Él, que es sólo bueno, tiene todo el poder.

Mediante el estudio de la Biblia y el libro de texto que lo acompaña, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, he aprendido que, en verdad, nuestro ser es completamente espiritual y armonioso, y expresa a nuestro Padre-Madre Dios perfectamente. A medida que oramos con fervor para comprendernos a nosotros mismos y a los demás de esta manera, sanamos.

Esa noche, no solo quería que mi pie se sintiera normal de nuevo, también quería conocer la presencia pacífica de Dios. Sentada en un lugar tranquilo, mentalmente me senté “a los pies de mi Padre”, frase que había escuchado en una charla reciente sobre la Ciencia Cristiana. Comencé a escuchar las ideas puras que me venían de Dios, que siempre está compartiendo con cada uno de nosotros la verdad del ser.

Sentí cómo estas ideas trabajaban en mi pensamiento, corrigiendo conceptos erróneos que había estado guardando sobre mí misma. Comencé a sentir mi unidad con el Divino, y mi miedo se calmó.  

También llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí. Las ideas que ella compartió conmigo fueron como un consuelo adicional de mi Padre divino.

A pesar de que mi hora de dormir había llegado y pasado, sabía que no podía perder nada al tomarme este tiempo con Dios. Sentirme en paz en el gobierno de Dios era parte de la curación que se estaba produciendo en mi pensamiento. Estaba aprendiendo que al recurrir a mi fuente divina, encontraría todo lo que necesitaba, incluso salud y descanso. Me acurruqué mentalmente en los brazos de Dios.

Después de un rato, me puse de pie de nuevo y no sentí absolutamente ningún dolor en el pie. Este era un marcado contraste con las otras veces que me había puesto de pie esa noche. El dolor nunca volvió. Y lo que fue aún más importante para mí era que mi confianza en Dios había aumentado.

Estaba agradecida por esta evidencia del cuidado de Dios. Reforzó una lección que he aprendido muchas veces: que no importa lo que enfrentemos, podemos seguir recurriendo a Dios, y no abandonar jamás a nuestra fuente perfecta. Podemos caminar por “el camino” (Isaías 30:21) y continuar caminando.

Nuestro Mostrador del camino, Cristo Jesús, nos dice en el Sermón del Monte: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7). Estoy aprendiendo a llamar a la puerta de Dios a lo largo de cada día, ya sea que enfrente un obstáculo o no. Cuando llamamos, Dios abre la puerta.

Roya Sabri
Elsah, Illinois, EE.UU.

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