Un día, después de la escuela, fui a la biblioteca para prepararme para un examen que teníamos al día siguiente. Lo que no me di cuenta fue que había algún tipo de toque de queda en nuestro vecindario.
Me quedé en la biblioteca hasta que cerró a las 8:30 de la noche. Cuando comencé a caminar a casa, noté que había muy poca gente en la calle. Todo estaba en silencio.
Pronto, tres policías se me acercaron. Me detuvieron y me pidieron mi tarjeta de identificación, la cual no tenía conmigo. Les dije que era estudiante y venía de la biblioteca. Era obvio que los oficiales estaban ebrios.
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