P: A veces me vienen pensamientos de suicidio y de lastimarme a mí mismo, y es difícil no ceder. ¿Qué puedo hacer?
R: Cuando era estudiante de segundo año en el bachillerato, mi maestra de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana un día me llamó y me preguntó si iría con ella a visitar a una chica que ella conocía. Esta chica también estaba en el bachillerato, y la noche anterior, había intentado suicidarse.
Me sentí incómodo, pero acepté ir. Después de conducir un par de horas hasta un hospital, salimos del auto, tomamos un ascensor y nos dirigimos a la habitación de esta chica.
Estaba en una cama y cubierta con vendas. Después de presentarnos brevemente, mi maestra de la Escuela Dominical se fue. Yo no sabía qué decirle, y me di cuenta de que ella también se sentía incómoda. Pero comenzamos a hablar, y no mucho después nos sentimos bien. Pronto, ella mencionó lo que había sucedido la noche anterior, después de haber intentado suicidarse.
Me sorprendió mucho la mirada en sus ojos cuando comenzó a contarme lo ocurrido. Yo esperaba que se sintiera increíblemente mal al hablar del peor momento de su vida. Pero ella, en cambio, estaba… bueno, en realidad, radiante.
Me explicó que después de haber intentado terminar con su vida, lo primero que pensó fue que ella realmente no quería morir. Me di cuenta de que este era un pensamiento completamente diferente a los pensamientos deprimentes que la habían estado bombardeando durante los meses previos a su intento de suicidio.
No obstante, fue lo que dijo a continuación lo que realmente me llamó la atención. Vi que se manifestaba en su rostro un sorprendente resplandor mientras describía que, en ese momento en su habitación, este amor increíble la envolvió por completo. Ella percibió de inmediato que este era el amor de Dios, y se dio cuenta de que estaba completamente inmersa en él. En lugar de que Dios estuviera decepcionado con ella, ¡Dios la estaba colmando de un amor muy palpable!
Mientras hablábamos, me di cuenta de que ella ya había comenzado a ver las cosas de manera diferente. Todo el trauma que la había llevado al intento de suicidio y el intento mismo eran como partículas de polvo en comparación con esta vasta expansión del amor de Dios que ella estaba sintiendo. Me di cuenta de que todavía sentía cuán amplio es el amor de Dios. Y también comprendí que a partir de ese momento, ella realmente prestaría atención a la forma en que Dios la amaba.
En los meses previos a todo esto, ella no había orado, porque se había preguntado si Dios sabía quién era ella. Ahora, el peor momento de su vida se había convertido en el mejor momento. No fue que intentar suicidarse de alguna manera hizo que Dios la amara. Se trataba más bien de cómo cambió su perspectiva al reconocer la ilimitada cantidad de amor que ya estaba allí presente para ella. Ahora, todo estaba mucho más claro: El aspecto más importante de la vida de todos es en realidad el amor de Dios. La vida realmente se trata de sentir el amor de Dios y, al interactuar con los demás, sacar a luz la bondad y el poder del amor de Dios.
Pude ver cuán cierto es que ser más consciente del amor de Dios cambia todo. De hecho, Dios no solo da amor; Dios es Amor, como dice la Biblia. Así que el Amor es todo lo que Dios es: todo-poder, todo-presencia, la fuente y sustancia de nuestros pensamientos y vidas. ¿Qué hace el Amor por nosotros, y cómo podemos reconocerlo? Bueno, hay muchas maneras. Por ejemplo, en el libro de Mary Baker Eddy sobre el poder de Dios para transformar y sanar, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, ella explica que “El Amor inspira, ilumina, designa y va adelante en el camino” (pág. 454).
Dejar que el Amor divino indique el camino a través de nuestros problemas más grandes, y también a través de los pequeños, cambia la situación. Admite con frecuencia para ti mismo que estás en la presencia del asombroso amor de Dios. Mi amiga hizo esto hasta que sintió que el amor de Dios estaba con ella dondequiera que estuviera. Hacer esto la liberó de todos esos pensamientos e impulsos negativos, y tuvo una buena vida.
Todos podemos estar dispuestos a abrirnos a Dios. Permite que el amor de Dios llene tus pensamientos y tu corazón hasta desbordarse. Es tan poderoso, tan bueno y real. Te protege. Te cambia. Como descubrió mi amiga, puesto que el Amor divino realmente te está abrazando, tú también puedes abrazar al Amor.
