Hace unos cinco años, me regalé a mí misma un ejemplar encuadernado en espiral de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. Leí el libro de texto en su totalidad por primera vez, escribí notas en los márgenes y subrayé mis pasajes favoritos. También estudié la Biblia, especialmente los cuatro Evangelios. No me había sentido muy comprometida con la Ciencia Cristiana durante varios años, así que la gran pregunta que me hacía durante mis estudios era: “¿Es esta la verdad?”.
Las Escrituras hebreas nos hablan de esta promesa de Dios: “Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad” (Ezequiel 34:12).
Siento profundamente el poder de esta promesa continua, y con alegría puedo informar que yo fui una de esas ovejas esparcidas que fueron buscadas y traídas de vuelta al redil a través del deseo sincero de comprender mejor a Dios que se despertó dentro de mí.
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