Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

La biblioteca de mi bachillerato me guio a la Ciencia Cristiana

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 19 de febrero de 2024


Me enteré por primera vez de la Ciencia Cristiana hace siete años, en la biblioteca de mi bachillerato en Uganda. En un libro de historia en el que aparecían grandes estadistas, hombres y mujeres, del mundo estaba el nombre de Mary Baker Eddy. El libro decía que era la fundadora de una religión llamada Ciencia Cristiana y autora de un libro de texto titulado Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras.

Lo que leí sobre esta autora me inspiró a regresar a la biblioteca para leer más sobre ella e investigar dónde podría encontrar Ciencia y Salud y otra literatura sobre la Ciencia Cristiana. Me sorprendió descubrir que había una Sociedad de la Ciencia Cristiana en la ciudad capital de Kampala, muy cerca de donde vivo, y fui a un servicio religioso allí el domingo siguiente por la mañana.

En el servicio me presentaron al secretario de la sociedad, quien me explicó más acerca de lo que es la Ciencia Cristiana y por qué no había ninguna persona que se desempeñara como pastor en el servicio. Me explicó que las iglesias y sociedades de la Ciencia Cristiana sí tienen un pastor, pero es impersonal: la Biblia y Ciencia y Salud, los dos libros de los que se lee el sermón dominical, compuesto de pasajes de los mismos. Este pastor es una guía infalible y siempre al alcance de todos nosotros. 

El secretario me dio un ejemplar de Ciencia y Salud y varios números del Sentinel, que empecé a leer. En Ciencia y Salud comencé con el último capítulo, “Los frutos”, el cual contiene relatos de personas que fueron sanadas al leer el libro. Los numerosos testimonios de curación espiritual me inspiraron a aprender a practicar esta Ciencia, a usar el conocimiento que obtenía de las Lecciones Bíblicas semanales, que se encuentran en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, en la vida diaria y a sanar como lo hizo Cristo Jesús. 

Fui la primera persona de mi familia en convertirse en Científica Cristiano y afiliarme a La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, al haber comenzado a tener curaciones y ver los beneficios de mi estudio espiritual. Por ejemplo, cuando estaba en mi proceso académico para obtener una licenciatura en periodismo y comunicación de masas, tuve muchos problemas financieros. Me negaron una tarjeta de examen que me permitiría tomar mis exámenes al final del segundo semestre, porque debía unos trescientos dólares en matrícula.

Mis padres no tenían dinero para ayudarme a pagar el saldo. Un día, estaba estudiando la Lección Bíblica de esa semana, y llegué a esta declaración en Ciencia y Salud: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (pág. 494). Confiaba en que Dios satisfaría mi necesidad y me estaba proporcionando las ideas que lo harían. De hecho, así fue. Dos días antes de los exámenes, recibí una llamada de mi madre pidiéndome que fuera a su casa a recoger un cheque por la cantidad que le debía a la universidad. Alguien se había enterado de mi situación financiera y me había dado un subsidio de educación para pagar mi matrícula. Di mis exámenes, terminé ese semestre con un alto promedio de calificaciones, y pude completar mi licenciatura al finalizar las dos materias que me faltaban. 

En otra ocasión, fui protegido de lesiones graves cuando viajaba como pasajero en un mototaxi. Mientras cruzábamos un puente, la motocicleta golpeó accidentalmente el borde de la acera, y yo salí despedido de la moto y caí al pavimento en medio de una calle concurrida. Una idea espiritual clara que rompió el temor fue: “Los accidentes son desconocidos para Dios ...” (Ciencia y Salud, pág. 424). 

El conductor de la motocicleta detrás de nosotros pudo detenerse a tiempo y me ayudó a llegar a un lado de la carretera. El conductor de la moto en la que viajaba pensó que yo estaba bien y me dejó allí.  Estaba dolorido y tenía lesiones en la rodilla, pero pude volver a subirme a otro mototaxi para que me llevara a casa. 

Cuando le conté a mi mamá por teléfono lo que había pasado, me dijo que debía ir al hospital. Le aseguré que estaba bien y afirmé que Dios me estaba cuidando. Mientras oraba a Dios, repasé “la declaración científica del ser” de Ciencia y Salud (pág. 468), pensando en cómo se aplicaba a mí. Termina diciendo: “El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto, el hombre no es material, él es espiritual”. Para mí, esto significaba que no soy un mortal con huesos y otros elementos materiales que se pueden romper. Soy inmortal y espiritual, porque estoy hecho a imagen y semejanza de Dios, el Espíritu. Vi muy claramente que, como semejanza de Dios, no podía tener un accidente, por lo que no podía sufrir debido a uno. 

Pude volver a la universidad al día siguiente sin dolor. Los rasguños y otras señales de heridas sanaron rápidamente y pude completar mis exámenes finales.

De estas experiencias he aprendido que podemos depender de Dios en cada circunstancia, y estoy agradecido a la Ciencia Cristiana por enseñarme esto.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más artículos en la web

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.