David Brown: ¿Qué es un buen gobierno? La mayoría de nosotros estaríamos de acuerdo en que para que las cosas se gobiernen bien, hay que respetar la ley y el orden. Pero al mismo tiempo, más de uno podría preguntar: “¿La ley de quién?”.
A lo largo de los años, ha habido muchas leyes injustas, y asuntos como las condenas erróneas que son problemas graves para el sistema legal. También hay preguntas acerca de los responsables de establecer leyes o hacerlas cumplir. ¿Cómo podemos confiar tales asuntos a personas que tal vez consideremos objetables o con las que estamos profundamente en desacuerdo?
Nuestro invitado de hoy ha reflexionado mucho sobre el tema. Kevin, ¿cómo deberíamos pensar en la ley y el orden y el buen gobierno? Estas cuestiones son muy amplias.
Kevin Ness: Bueno, como ex abogado, tendrás que perdonarme por comenzar con la definición de ley de un diccionario, que dice algo así: “una regla de conducta o acción de una autoridad controladora”. Me hizo pensar en que la ley es un principio que se aplica, y que hay poder detrás de ella. De lo que he aprendido en el estudio de la Ciencia Cristiana, el Principio, o esa única ley o regla de vida que ordena el mundo, es Dios.
Se tiene la sensación de que cada historia tiene dos lados, como cuando tienes un demandante y un demandado ante el tribunal. Entonces, ¿cómo debemos pensar en ello cuando alguien que parece ser culpable es juzgado y puesto en libertad? O, por el contrario, alguien es condenado injustamente. Hay gran preocupación por las personas que, en opinión de muchos, han sido tomadas como rehenes por gobiernos de todo el mundo mediante los tribunales.
Me gusta empezar por arriba. En lugar de pensar en dos bandos individuales, o en un “nosotros” contra “ellos” que luchan, o incluso en que hay un gobierno y un electorado en lados opuestos, podemos llevarlo más alto a un solo Dios. En la Biblia, el libro de Isaías nos dice: “Porque el Señor es nuestro juez, el Señor es nuestro legislador, el Señor es nuestro rey; Él nos salvará” (33:22, LBLA). Ahora bien, esto me dice que, si Dios es el Legislador y es totalmente bueno, entonces ciertamente es posible obtener un resultado armonioso.
Muchas veces pensamos en un ganador y un perdedor. ¿Cómo reconcilias la situación humana con lo que estás hablando aquí: la ley de Dios?
Me recuerda un término en economía: “juego que no aporta nada”. Es la idea de que hay una cantidad limitada de recursos, y que siempre se distribuye entre ganadores y perdedores. Pero cuando lo llevamos a Dios, y pensamos en Él como el Todo infinito, como del todo bueno, y que ninguna idea está separada de Dios, no hay un lado contra otro que de alguna manera no esté bajo el control de esa Mente única, un solo Dios. En lugar de pensar en una cantidad limitada con ganadores y perdedores, podemos pensar en que el Dios infinito significa el bien para todos. La ley de Dios es todo para bien y para el bien de todos. Con el Todo infinito no hay perdedores. Todo es suficiente para todos.
Kevin, ¿recurres a esa autoridad superior al realizar tu trabajo?
Con frecuencia. De hecho, como abogado calificado, he encontrado que esa es realmente la forma más eficaz. Fui entrenado en leyes humanas, pero la única manera que pude encontrar para resolver un conflicto entre dos partes —que es de lo que se tratan muchos casos legales— fue llevar el asunto al Principio divino, Dios, y saber que la ley de Dios era realmente la ley que estaba en vigor, la ley de la armonía y la paz. Puedo dar un ejemplo breve.
En un caso en el que trabajé, hubo un cliente cuyo contrato no funcionó. El cliente había contratado a una empresa para que prestara servicios tecnológicos. Esos servicios no se proporcionaron como se necesitaba, pero la empresa insistió en que se pagara el dinero. Y así las dos partes estaban en un callejón sin salida. Al representar a la parte que no recibió lo que pensaba que le iban a entregar, escribí una carta pidiendo que la otra empresa hiciera lo que había dicho que haría. La solicitud fue denegada.
Y había una danza legal entre los lados en desacuerdo. No obstante, en lugar de ahondar en ese enfoque, oré. La respuesta que recibí fue que me alejara un poco mentalmente, que dejara de ver a la empresa como injusta, desleal, desconsiderada, y viera, en cambio, a la empresa y a todos sus representantes como los amados hijos de Dios, como sabía que era mi cliente y yo soy. Vi a la empresa espiritualmente, que actuaba con integridad e inteligencia, y que naturalmente respaldarían su trabajo y querrían un resultado justo.
Mi perspectiva cambió. En lugar de sentir indignación o antagonismo contra la otra parte, sentí amor. Los vi como Dios los ve.
Escribí otra carta a la otra parte y esta vez fue completamente diferente. Mientras oraba, lo que se destacó en la página fue una serie de cumplidos. La carta reconocía abiertamente su buen trabajo, su inteligencia, su imparcialidad, y apelaba a su sentido de justicia. Incluso propuse un compromiso.
Bueno, el abogado de la contraparte se comunicó conmigo y me dijo en nombre de su cliente que no le dijera a ninguno de sus otros clientes que estaban haciendo esto, pero que querían darnos todo lo que pedimos. Dijeron que ni siquiera necesitaban tener un compromiso. Puesto que respaldaban su producto y no nos habían proporcionado lo que se esperaba, iban a eliminar todos los cargos. Así que no hubo ningún costo ni penalización.
Kevin, ¿qué crees que estaba pasando allí? ¿Fue el hecho de que tenías algunas palabras bien escogidas en esa carta?
No tuvo nada que ver ninguna palabra mágica que usara. Era la ley de Dios en acción. Era más elevada que la ley humana. Fue la ley que Cristo Jesús aplicó en su propia práctica sanadora que trae una respuesta de salud, de paz, a cada situación. Esta era una situación discordante, pero al aplicar la ley de Dios, al verla y reconocerla, se manifestó el buen resultado natural que siempre había estado allí. Todos los que participamos en la resolución de ese contrato estábamos expresando nuestra verdadera naturaleza divina, como escribe Mary Baker Eddy en su libro La unidad del bien en la página 23: “El linaje divino nace de la ley y del orden, y la Verdad sólo conoce tal linaje”.
Hay mucha efervescencia en este momento sobre lo que es un buen gobierno y mucho desacuerdo sobre lo que lo constituye. Y, francamente, la gente expresa por todos lados muchos sentimientos ofensivos al manifestar su frustración. ¿Hay alguna manera de ver el gobierno a través de una lente más espiritual que pueda mejorar las cosas?
Es posible, y yo diría que es incluso inevitable, cuando nos volvemos a la ley de Dios como la única ley, al gobierno de Dios como el único gobierno. Entonces dejamos de ver los dos lados de una situación como fuerzas opuestas.
La belleza de Dios es Su unicidad. Alguien me dio una vez una analogía útil. Me dijo que pensara en la presión o el conflicto de dos puños empujándose uno contra el otro. Bueno, si quitas uno, y ves que solo hay una fuerza, entonces solo puede haber un resultado, ir en una dirección, hacia adelante, sin resistencia ni fricción. Y es eso lo que ocurre cuando vemos que un solo Dios es nuestro gobierno.
Crecí asistiendo a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, que me encantaba; y una de las maestras habló de lo que ella llamó “las cinco palabras claves”. Esas eran: “Dios, el bien, guía, guarda y gobierna”. Y eso siempre se me ha quedado grabado, que Dios es bueno y que Él guía, guarda y gobierna. Así que, justo cuando podemos sentirnos frustrados por diferentes ideologías, podemos hacer una pausa y orar con la idea de que el buen gobierno de Dios nos gobierna a todos.
Con tantas decisiones políticas o ideológicas, parece que el 50 por ciento está de un lado y el otro 50 por ciento del otro. Pero cuando contemplamos el gobierno de Dios, hay una sola ley que une. El gobierno de Dios es benigno. Esta es una descripción que la Sra. Eddy, la Fundadora de La Iglesia de Cristo, Científico, usa en La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea (véase pág. 128). Y significa que el gobierno de Dios es bondadoso. Es bueno, es benévolo, es gentil, no es un juego de trucos. Y no está en la naturaleza de Dios dar a una persona o grupo una ventaja sobre otro. Las leyes de Dios son para el beneficio de toda Su creación.
Mencionaste a Mary Baker Eddy, la Fundadora de La Iglesia de Cristo, Científico, quien escribió varios libros. En Retrospección e Introspección, a partir de la página 90, la Sra. Eddy escribe: “Es confiable dejar en Dios el gobierno del hombre. Él designa y Él unge a Sus portadores de la Verdad, y Dios es su defensa y refugio seguros”. Ella está hablando de que reconozcamos que está en acción un Principio mucho más grande.
Estoy de acuerdo. Y ese es el gobierno de Dios del que hemos estado hablando. Otro sinónimo o nombre de Dios que da la Sra. Eddy, aparte de Principio, es Mente. Y si piensas en cada político, en el gobierno de cada país, Dios es la Mente que gobierna a esos políticos, a los que están en el Congreso o en el Parlamento; y es la buena voluntad de Dios, la ley de Dios, la que se está cumpliendo.
Esa es una oración que podemos conocer para nuestros políticos, para orar realmente por ellos en su trabajo; para saber que Dios es la única Mente que gobierna. En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, la Sra. Eddy escribe: “Un único Dios infinito, el bien, unifica a los hombres y a las naciones; constituye la hermandad del hombre; pone fin a las guerras; cumple el mandato de las Escrituras: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’; aniquila la idolatría pagana y la cristiana, todo lo que está errado en los códigos sociales, civiles, criminales, políticos y religiosos; equipara los sexos; anula la maldición que pesa sobre el hombre, y no deja nada que pueda pecar, sufrir, ser castigado o destruido” (pág. 340).
Con mucha frecuencia las cosas no parecen ser así. Muy a menudo la gente mira a su alrededor y dice: “Hay una mala persona” o “Hay un mal político”. Y, “Esa persona nos va a llevar por mal camino, está aprobando leyes o haciendo cosas en nombre del gobierno que son inaceptables”. ¿Qué dirías sobre la malversación y la corrupción y otras cosas que son anatema para las ideas de las que estás hablando?
Esa es una de las cosas más difíciles en todos los casos, donde el cuadro humano que ves no coincide con el sentido espiritual o la verdad de la ley de Dios que conoces. Para mí eso siempre ha querido decir que es hora de ser muy persistente en conocer la ley de Dios, el gobierno de Dios. Cuando digo “conocer”, me refiero a la oración.
Hay un pasaje en la página 277 de Escritos Misceláneos 1883-1896, por la Sra. Eddy, que dice: “Ninguna evidencia de los sentidos materiales puede cerrarme los ojos ante la prueba científica de que Dios, el bien, es supremo. Aunque Él está rodeado de nubes, la justicia y el juicio divinos están entronizados. El Amor está especialmente cercano en tiempos de odio, y nunca tan cerca como cuando uno puede ser justo en medio del desenfreno, y devolver bien por mal”. Por lo tanto, la oración consiste en ver que allí mismo donde la injusticia, y tal vez el abuso, del gobierno parecen estar presentes, el gobierno de Dios es justo, sus leyes son buenas y siempre harán el bien, no el mal. Esa es la naturaleza del gobierno benigno de Dios.
Ahora mismo hay guerras en Europa del Este. Hay mucha inestabilidad en otras partes del mundo. Existe la sensación de que algunos gobiernos están maltratando a su propia gente. ¿Cómo debemos abordar estos temas con la oración?
Bueno, comienza desde el punto de vista de la paz. La Biblia habla en varios lugares acerca de la paz que viene cuando confiamos en Dios. Uno está en el libro de Isaías, y dice: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (26:3). Y hay otro lugar en los Salmos que dice: “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo” (119:165).
Para mí, estas verdades llegan a la realidad de la paz de Dios y muestran cómo todos podemos verla en nuestras vidas. Siempre podemos ir a dos libros de la ley divina, la Biblia y Ciencia y Salud, para descubrir lo que realmente está pasando. Y cuanto más hacemos eso y mantenemos nuestra mente en Dios —la Mente infinita— más comenzamos a ver la paz revelada en nuestra experiencia y en el mundo.
No había pensado en Ciencia y Salud y la Biblia como una especie de biblioteca legal. Pero tiene mucho sentido. Eso es realmente inspirador.
Son mis libros de derecho favoritos, David.
Parece que tu carrera en derecho te ayudó a prepararte para lo que encontrarías como practicista y maestro de la Ciencia Cristiana. Muchas de estas ideas ciertamente se pueden aplicar cuando se trata de la curación física también.
Ciertamente lo son. De hecho, la Sra. Eddy define a la Ciencia Cristiana en términos de la ley. En la primera página de su libro Rudimentos de la Ciencia divina, responde a la siguiente pregunta: “¿Cómo definiría usted la Ciencia Cristiana?”. Ella escribe: “Como la ley de Dios, la ley del bien, que interpreta y demuestra el Principio divino y la regla de la armonía universal”.
Mi formación en derecho hizo que me fuera muy natural ver que la Ciencia Cristiana es la ley, la ley de Dios, la ley divina. Mientras que muchas doctrinas religiosas describirían las acciones del Divino como milagros, la Ciencia Cristiana muestra que la acción de Dios es consistente porque se basa en estas leyes divinas invariables que gobiernan el universo. Y cada uno de nosotros puede recurrir a estas leyes para enfrentar cualquier desafío, condición o situación.
Un aspecto de la ley que es muy importante es que una vez que una ley está en vigor y se prueba, se prueba para siempre. Una vez que se prueba una ley espiritual en el caso de una curación a través de la oración a Dios, se considera que es verdadera para todos, no solo para el individuo en ese caso.
Por ejemplo, una vez, estaba cocinando, y me quemé gravemente los dedos de una mano y, como era natural para mí, acudí inmediatamente a Dios en busca de ayuda. Le pregunté a Dios: “¿Cómo debería orar por esto? ¿Qué bien conoces Tú que me puede ayudar en esta situación?”. De inmediato pensé en una experiencia similar que tuve cuando era muy pequeño, en la que me quemé una mano y fue sanada muy rápidamente a través de la oración y la Ciencia Cristiana. El practicista de la Ciencia Cristiana al que llamaron mis padres para orar por mí dijo que mi manito y yo estábamos envueltos en el “rayo de Vida y de Amor”, que proviene de un poema de la Sra. Eddy llamado “Alba de Navidad” (véase Himnario de la Ciencia Cristiana N° 23).
Este es el Amor con mayúscula, que significa Dios. El Amor divino es tan suave como un rayo de luz o de sol que ilumina nuestra experiencia. Envolviéndonos en esa claridad para ver nuestra identidad espiritual como realmente somos. Ese Amor eliminó el miedo o la preocupación por la quemadura tanto en el pensamiento de mis padres como para mí como niño. Reveló al niñito perfecto que yo ya era, y fui sanado.
Al pensar en esto una vez más como adulto, mis pensamientos se elevaron de inmediato. Sentí la presencia de Dios y supe que la misma ley de Dios que produjo la curación de mi mano cuando era niño todavía se aplicaba a mí en ese momento como adulto. Muy rápidamente después de eso, el dolor desapareció. Pude realizar mis actividades nocturnas con normalidad e irme a la cama. En poco tiempo, al igual que cuando era un niño pequeño, se formó piel nueva y no había señales de la quemadura. Estaba completamente curado.
Me encanta. Eso es lo que hace que la ley sea la ley, ahora y siempre.
E incluso podemos argumentar nuestro caso como lo haría un abogado. La Sra. Eddy escribe en su sermón La curación cristiana: “Vosotros sois los abogados del caso y ganaréis o perderéis según vuestro alegato” (pág. 10). Cuando nos enfrentamos a una enfermedad o a una discordia o a cualquier situación que nos gustaría que se revirtiera o cambiara, podemos ser el abogado del caso, un abogado espiritual.
Un abogado aplica la ley a un conjunto determinado de hechos para obtener un resultado seguro. Y cuando nos enfrentamos a una enfermedad, podemos darnos cuenta inmediatamente de la ley que dice que Dios no creó la discordia. La discordia simplemente no es parte de la ley del bien de Dios para Su amada creación. Así que no tenemos que temerla.
Dios creó a cada uno de Sus hijos, Sus ideas, para que fueran completos, íntegros, sanos y libres. Y cuando nos aferramos con persistencia a la ley de Dios y apelamos a Dios como el Juez y Legislador constante y amoroso —no un poder que es arbitrario o caprichoso, o que podría o no darnos el bien— ganamos. El resultado de Dios es solo bueno.
La ley divina siempre está de nuestro lado. Qué maravillosa lección para escuchar y aprender.