¿Has escuchado la expresión “dos caras de la misma moneda”? Significa que dos cosas están estrechamente relacionadas, aunque parezcan diferentes. He aprendido que la “moneda” del sentido personal es una moneda que no tiene valor. Por un lado, argumenta que una persona, un lugar o una circunstancia pueden quitarnos la alegría, la inocencia y la paz. Por otro, afirma dulce pero engañosamente que nuestra curación, nuestra alegría, nuestra paz, solo pueden provenir de una persona, lugar o circunstancia.
Esta “moneda” sutil, o descaradamente, inculca la creencia de que hay un poder aparte de Dios, capaz de hacernos miserables o felices. Establece la narrativa de que estamos separados de Dios. Al aferrarnos a esa moneda del sentido personal, ya sea que nos opongamos a ella o la adoremos, siempre nos sentiremos vulnerables.
Pero el Cristo, la Verdad, declara que podemos echar fuera esa moneda y encontrar una gran ganancia. En el libro de Mateo en la Biblia, leemos: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (6:33).
Echar fuera esa moneda sin valor del sentido personal nos libera para encontrar la alegría y la paz que buscamos. La moneda del sentido espiritual, la moneda del Amor divino, Dios, saca a la luz quiénes somos: el hijo encantador y dichoso de Dios. Este regalo continuo del Amor fluye como una corriente subterránea continua de paz y satisfacción que siempre ha sido nuestra.
Liberados de las tendencias negativas del sentido personal, nos elevamos hacia arriba y hacia afuera con el sentido espiritual. Nuestra gratitud es la riqueza que amplía nuestros horizontes y multiplica nuestras oportunidades para hacer el bien.