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Trabajar en armonía a través de las líneas políticas

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 6 de marzo de 2024


Abordar los problemas públicos y encontrar soluciones es una de mis pasiones. Pero puesto que los partidos políticos contrarios dan prioridad a diferentes valores y tienen puntos de vista opuestos sobre lo que se debe hacer, puede ser frustrante tratar de encontrar soluciones en común. Muchos problemas quedan sin resolver, y los partidos se enojan y no están dispuestos a trabajar juntos.  

Al envolverme en temas de interés público, he descubierto que puedo abordar estos impedimentos para progresar mediante la oración. En la Ciencia Cristiana he aprendido que cada uno de nosotros es una expresión espiritual de Dios, una idea de la Mente divina, la Mente única, que gobierna todo, siempre. ¿Cómo, entonces, puede haber conflicto o bloqueos entre las ideas espirituales que provienen de la misma Mente? Mis oraciones me han ayudado a ver que no puede haberlos. Centrarme en el conflicto, los bloqueos y otros tipos de desarmonías significaría que estaba viendo a las personas como mortales en lugar de como las ideas espirituales de la creación de Dios. Así que, he empezado, en cambio, a reconocer que la creación de Dios es espiritual y armoniosa, y a basar mis ideas acerca de los demás y los problemas sobre este fundamento sanador.

El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, dice: “Un único Dios infinito, el bien, unifica a los hombres y a las naciones; constituye la hermandad del hombre; pone fin a las guerras; cumple el mandato de las Escrituras: ‘Amaras a tu prójimo como a ti mismo’; aniquila la idolatría pagana y la cristiana, todo lo que está errado en los códigos sociales, civiles, criminales, políticos y religiosos; equipara los sexos; anula la maldición que pesa sobre el hombre, y no deja nada que pueda pecar, sufrir, ser castigado o destruido” (Mary Baker Eddy, pág. 340). Afirmo que, puesto que Dios gobierna a cada persona y al universo, Él está ordenando apropiada y armoniosamente a toda Su creación. Dios necesita, valora y tiene un lugar adecuado para cada uno de Sus hijos y no olvida, despide ni pierde a ninguno de ellos. Y por ser de la misma fuente, todos los individuos, aunque son únicos, están naturalmente en armonía unos con otros. 

Me gusta pensar en las analogías con respecto a las ideas de Dios que encajan y trabajan juntas. Por ejemplo, Dios es como un director de orquesta cuyas manos derecha e izquierda trabajan juntas para dirigir a los músicos mientras tocan una música grandiosa. Una sinfonía no sería una sola nota tocada de manera constante; la sinfonía tiene muchas notas distintas que se unen maravillosamente en la individualidad, la variación, la integridad y el apoyo mutuo. De manera similar, Dios entreteje Sus diversas ideas, no en una composición uniforme, sino en un arreglo agradable y congruente con contrastes de color y luz, haciéndolo armonioso, interesante y significativo.

Como descendientes de Dios, coexistimos de manera coordinada, cooperativa y colaborativa. La contribución individual de cada uno es honrada, y cada uno de nosotros puede sentir nuestra unidad con los demás y con nuestra fuente común e infinita. Es natural que apreciemos y seamos receptivos a las contribuciones de todos, las que en su totalidad realmente se originan en Dios. Cada uno expresa celo, que se define en Ciencia y Salud, en parte, como “la animación reflejada de la Vida, la Verdad y el Amor” (pág. 599). La Vida, la Verdad y el Amor son nombres bíblicos para Dios, y todos expresamos el vigor de la Vida, la armonía pura de la Verdad, la unicidad y unidad del Amor.

El apóstol Pablo, al reconocer que todos están unidos por el Cristo, la Verdad, que Jesús ejemplificó, escribió: “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28). En mi país podríamos decir: “No hay ni demócratas ni republicanos, porque todos somos uno en Cristo Jesús”.

Pablo también ofrece este consejo práctico: “Reciban con los brazos abiertos a los hermanos en la fe que no ven las cosas como ustedes. … Hay buenas razones, en cualquier caso. Por lo tanto, cada persona es libre de seguir las convicciones de su consciencia... Así que pongámonos de acuerdo para usar toda nuestra energía en llevarnos bien unos con otros. Ayuda a los demás con palabras de aliento; no los arrastres hacia abajo criticándolos” (Romanos 14:1, 5, 19, Eugene H. Peterson, The Message).

Tuve la oportunidad de poner en práctica estos conceptos cuando la inacción legislativa y el conflicto en un tema de gran importancia para mí me llevaron a postularme para un cargo público. Aunque no fui elegida, seguí orando por el tema y por cómo encontrar una solución sanadora. Finalmente, mi oponente inicial, su sucesor y yo estábamos armoniosamente a favor de la misma medida legislativa, y desarrollamos un sincero aprecio mutuo. En su testimonio público, el sucesor atribuyó con gratitud el resultado a mi falta de temor y enojo, y reconoció mis esfuerzos para construir puentes a través de las líneas partidistas. Una visión espiritual del asunto y de la otra parte trajo curación a todos. (Para leer el artículo completo, véase “Prayer overcomes partisan division on climate legislation,” cssentinel.com, September 2, 2021.)

Podemos reconocer y respetar la expresión de Dios en todos y ver nuestra unidad espiritual. No nos dejemos engañar por una visión condescendiente de nuestro prójimo, sino que veamos a todos como hijos amados de Dios. Dios expresa en nosotros suficiente amor para revelar y magnificar la verdad espiritual pura acerca de todos. 

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