He sido estudiante de la Ciencia Cristiana desde 1988. Me enteré acerca de la Ciencia Cristiana cuando buscaba un cambio en mi vida. En aquel momento, me había distanciado de otras iglesias y finalmente renuncié a mi antigua religión, ya que no me conectaba con su dogma. Sentí que podía estar en comunión con Dios en cualquier momento y desde cualquier lugar y que no necesitaba un intermediario. Durante este tiempo, le dije a un amigo cercano que quería encontrar una religión que me permitiera comprender mejor a Dios. Esa persona —el hombre que más tarde se convertiría en mi esposo— recordó que unos diez años antes, había llevado a alguien a una iglesia para que lo sanaran. Mencionó que los miércoles había reuniones de testimonios de curación en esta iglesia. Decidí ir.
Anteriormente, cada vez que visitaba una iglesia la criticaba. Decidí que la próxima vez que fuera a una iglesia no la criticaría, y que al menos asistiría a ella cinco veces y sería más receptiva a los miembros y las ideas que se compartían. Mi amigo y yo asistimos al servicio de la iglesia de la Ciencia Cristiana y nos recibió una pareja encantadora. El servicio del miércoles me pareció muy hermoso. Sentí que esto era lo que necesitaba, porque me presentaba a un Dios que es del todo amoroso y está siempre presente.
Cuando terminó el servicio, le pregunté a uno de los lectores cómo podía obtener el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. Me dio un ejemplar y me intrigó mucho. Llegué a casa y me puse a leer el libro hasta el amanecer.
Aunque lo leí apresuradamente, como alguien que bebe un vaso de agua en el desierto, las ideas de Ciencia y Salud corrigieron conceptos erróneos que tenía sobre la creación y la vida en general. Mientras leía cada página, sentía que esto era lo que estaba buscando. En la página 258 encontré una sección que decía: “El Principio infinito es reflejado por la idea infinita y la individualidad espiritual...” Hice un brinco al cielo cuando leí esto, porque me hablaba de libertad, la libertad que estaba buscando. Me di cuenta de que debido a que Dios es el Principio infinito, somos Sus ideas infinitas y espirituales, siempre libres, reflejamos la salud y expresamos la perfección divina. Esto es lo que necesitaba entender. Más tarde, las ideas del libro de texto me ayudaron a criar a mis hijos. Gracias a mi estudio de Ciencia y Salud, ahora entiendo que mis hijos son hijos de Dios, siempre amados y cuidados.
Poco después de haber comenzado a estudiar la Lección Bíblica semanal, comencé a tener curaciones. Había sufrido de migrañas debido a mi ciclo mensual, y como resultado de profundizar mi estudio de la Ciencia Cristiana, fueron sanados. Me uní a la iglesia filial local y desde entonces nunca me perdí un servicio de miércoles o domingo. Cuando comencé a ver todo a la luz de esta Ciencia, se resolvieron los desafíos familiares y económicos. También iba a la Sala de Lectura y leía los Heraldos en español e investigaba la Biblia y otra literatura de la Ciencia Cristiana.
Decidí tomar la Clase de Instrucción Primaria de la Ciencia Cristiana para profundizar mi comprensión espiritual. Fue una gran bendición. La clase me ayudó a darme cuenta de que Dios es del todo bueno y que el hombre está hecho a Su imagen y semejanza. También me encantó particularmente aprender sobre los siete sinónimos que Mary Baker Eddy da para Dios en Ciencia y Salud: Principio, Espíritu, Mente, Alma, Vida, Verdad y Amor (véase pág. 465). Trabajar con cada uno de estos sinónimos me ayudó a comprender las infinitas cualidades espirituales que Dios expresa en Su creación y cómo esto nos permite superar los desafíos de la vida.
Estoy muy agradecida por todas las bendiciones que he recibido desde que conocí la Ciencia Cristiana y profundicé en la Verdad divina. Si alguien me pregunta qué significa la Ciencia Cristiana para mí, diré que la libertad absoluta. Encontrarla me cambió la vida.
